Madu y Bernas son dos orangutanes de Sumatra, madre e hijo, que viven en el zoológico de Atlanta. Esta semana han pasado a ser mundialmente famosos, después de darse a conocer sus habilidades con los videojuegos.
Los dos orangutanes se enfrentan diariamente a juegos en los que deben relacionar imágenes iguales o sonidos con imágenes, o bien otros en los que muestran sus aptitudes para dibujar.
La participación y el acierto en la resolución de los juegos se premian con pequeñas cantidades de comida.
Científicos del Centro de Neurociencia de la Conducta de Atlanta están utilizando los juegos de ordenador para recoger datos sobre las habilidades cognitivas de los orangutanes, estudiar su memoria y su capacidad de razonamiento y aprendizaje.
Los investigadores tienen especial interés en los orangutanes, ya que se trata de una especie con un gran potencial. Son capaces, por ejemplo, de comprender sus fallos.
Otras experiencias anteriores, también con orangutanes, mostraban la capacidad de estos animales para aprender a manejar un jostick o un ratón de ordenador.
No existe duda alguna sobre la importancia de la experimentación con animales para conseguir progresos científicos. Sin embargo, cuando los sujetos de tales experiencias son animales tan próximos a nosotros como los grandes simios, se plantean algunos conflictos éticos.
No se nos escapa, en el caso de Madu y Bernas, que su interés por los videojuegos no es voluntario ("...o juegas, o no comes"). Además, su comportamiento frente a los videojuegos se expone al público convirtiéndose la investigación científica en espectáculo.
¿Qué ocurre con la dignidad de estos animales? ¿No os recuerda un poco al planeta de los simios, pero al revés? ¿Tiene sentido plantearse cuestiones morales relacionadas con la experimentación con animales?
Actualmente, quedan muy pocos orangutanes en libertad. El censo mundial ha pasado, en algo menos de una década, de 60.000 individuos a 25.000, todos ellos en las islas de Borneo y Sumatra.
Vía | El Periódco Más información | Orangutan Cultures
Genciencia | ¿Inminente adiós al Orangután?