La definición de lo que es la vida no es nada fácil. A nivel físico (concretamente la termodinámica) podríamos afirmar que la vida es un sistema metaestable que tiende a la estabilidad. La vida es un ejemplo de sistema termodinámico que no se halla en equilibrio. Pero esto no nos dice demasiado acerca de la vida.
Desde la biología, la vida implica las capacidades de nacer, crecer, metabolizar, responder a estímulos externos, reproducirse y morir, pero quizá esa difición es tan vaga que incluso podría considerarse vida a determinados tipos de rocas. Bertrand Rusell consideraba vida “Todo ser vivo es una especie de imperialista que intentar incorporar el medio a sí mismo y a su descendencia en la mayor medida posible.” Sin embargo, si hemos de buscar vida fuera de nuestro planeta quizá deberíamos ajustar e incluso ampliar la definición de vida.
Esto es lo que trataron de paliar en 2002 el National Research Council (NRC), el Consejo Nacional de Investigación, que reunió a un grupo de 25 científicos de laboratorios de investigación e institutos de Estados Unidos que se autodenominó Comité sobre los Límites de la Vida Orgánica en los Sistemas Planetarios.
Su propósito era definir la vida, identificar los rasgos necesarios para la vida tal y como la conocemos, y determinar los límites exteriores de los sistemas vivos. También tenían como reto suplementario el imaginar con cierto detalle las posibilidades de existencia de vida extraña.
Tras cinco años de lectura y discusión, recopilaron los datos y los publicaron en un informe titulado Los límites de la Vida Orgánica en los Sistemas Planetarios. Algunas de sus conclusiones pasan, por ejemplo, por el énfasis que hay actualmente en la búsqueda de atmósferas del tipo terrestre, con oxígeno y una capa de ozono. Por el contrario, también deberíamos utilizar modelos con diferentes ecosistemas microbianos no carbónicos y anaerobios, atmósferas que pueden tener semejanzas con las diferentes etapas en la evolución de las atmósferas terrestres durante más de 4.000 millones de años.
Y, además del agua, los líquidos como el amoniaco, metano y formamida también podrían ser bloques de construcción para la vida.
Imagen | Harry Thomas Photography
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