Según Clive Wynne, psicóloga de la Universidad Estatal de Arizona especializada en comportamiento canino, los perros no solo tienden a ser sociables con los seres humanos, sino con otras especies, como las ovejas o las cabras. Incluso con los pingüinos.
Esto hace de los perros una especie particularmente amigable, según los estudios realizados por Wynne.
Depende de con quién lo críes
Algunos lobos ahora extintos se unieron a los humanos hace 10.000 años o más. Esto ha hecho que los perros sean más sociables y mansos.
No hay duda de que se unen con las personas de una manera que otros caninos no lo hacen. Basta con que los cachorros pasen 90 minutos al día, durante una semana, con un humano en cualquier momento antes de cumplir las 14 semanas, para que sociabilicen con humanos y se sientan cómodos. Pero sin contacto con los humanos cuando son jóvenes, los perros pueden ser tan cautelosos con los humanos como los animales salvajes.
Los lobos no se socializan tan fácilmente. Requieren una participación de 24 horas al día con los humanos durante muchas semanas cuando son cachorros para ser más tolerantes con los seres humanos.
Esta unión es muy profunda, como demostró Gregory Berns, un nuerocientífico de Emory University: la parte del cerebro de los perros que se ilumina cuando escuchan las voces de sus dueños es la misma parte del cerebro humano que se ilumina cuando nos gusta alguien o algo. Este amor es tan profundo que un perro dado en adopción prefiere incluso estar con su dueño original a la comida.
Los perros tienen "una disposición anormal para formar fuertes lazos emocionales con casi cualquier cosa que se cruce en su camino", ha señalado Wynne. “Y mantienen esto durante toda la vida. Más allá de eso, tienen la voluntad y el interés de interactuar con extraños".
Un teoría genética sobre esta tendencia tiene que ver con el síndrome de Williams-Beuren, un trastorno genético raro. Uno de los muchos síntomas del síndrome es la amistad indiscriminada. Los humanos pueden haber seleccionado perros amigables durante miles de años de domesticación y los genes Williams-Beuren pueden así haberse prodigado entre ellos.