Comerse un trozo de queso, tomar un yogur o un vaso de leche podría ser en un futuro un sistema para inmunizarse frente a posibles ataques terroristas biológicos. Este es uno de los proyectos que se están desarrollando en el Instituto de Productos Lácteos (Ipla) de Villaviciosa (Asturias) en conjunto con otros países europeos.
El proyecto en cuestión lo denominan "Inducción rápida de inmunidad pasiva contra armas de bioterrorismo usando microorganismos Gras", y fue propuesto a la Comisión Europea por la escalada terrorista que vivimos en la actualidad.
El grupo de científicos pertenecientes al CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) trabajan con microorganismos gras (la industria alimentaria tiene aprobados unos 50 microorganismos de este tipo), éstos son reconocidos como seguros para los seres humanos. Dentro de este tipo de microorganismos, podemos encontrar por ejemplo la levadura de panadería, Saccharomyces cerevisiae.
El estudio se realiza con las bacterias del ácido láctico, bacterias reconocidas como seguras y que se encuentran en los productos lácteos. Los investigadores buscan que estas bacterias expresen genes que puedan codificar los anticuerpos contra toxinas como el botulismo o el ántrax (toxinas que son las más utilizadas en las armas biológicas), a través de la manipulación genética.
Una vez conseguido este primer paso y tras la experimentación con animales para verificar la efectividad, se estudiaría la manera de administrar estas nuevas bacterias a los seres humanos.
Suministrar estas bacterias a través de los productos lácteos sería una opción, aunque no hay constancia de que sea el método más efectivo. También se baraja la posibilidad de administrarlas a través de comprimidos.
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