En relación con su tamaño corporal, la mordida del extinto Tyrannosaurus rex no fue nada espectacular, según un nuevo análisis realizado por científicos de la Universidad de Reading y la Universidad de Lincoln.
El análisis también determina así que la evolución de T. rex no se debió a una fuerte necesidad de una mordedura que aplastara los huesos para matar a su presa.
Las mayores mordidas
El T. rex tenía una fuerza de mordida (57.000 Newtons) que era completamente promedio para su masa corporal (8 toneladas).
Comparativamente, se encontró que el pinzón de Darwin de Galápagos posee la mordida más poderosa en relación con el tamaño de su cuerpo de todos los animales, con unos impresionantes 70 Newtons de fuerza, a pesar de que solo pesa 33 gramos. Esto hace que la fuerza de mordida del pinzón sea 320 veces más potente, gramo por gramo.
Además, el pinzón desarrolló su megamordida con relativa rapidez, en menos de un millón de años, cuando el T. rex lo hizo gradualmente a lo largo de decenas de millones de años. Según explica Manabu Sakamoto, científico biológico de la Universidad de Reading y autor principal del estudio:
La imagen de T. rex con sus fauces feroces la ha ayudado a convertirse en el dinosaurio más icónico, pero nuestra investigación muestra que su mordedura fue relativamente. La fuerza de mordida no fue lo que le dio a T. rex su ventaja evolutiva, como se suponía anteriormente. Grandes depredadores como T. rex podrían generar suficiente fuerza de mordida para matar a su presa y aplastar el hueso solo por ser grandes, no porque tuvieran una mordedura desproporcionadamente poderosa. Esto contradice la idea de que una necesidad excepcionalmente fuerte de una mordedura poderosa condujo a estas bestias antiguas para evolucionar fuerzas de mordida aplastante.
Para que nos hagamos una idea proporcional de la fuerza de la mordida del T. rex comparándolo con otras criaturas similares, los tiburones blancos prehistóricos tenían una mordida hasta seis veces más potente que la del Tiranosaurus Rex, según sugirió un estudio dirigido por la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia que fue publicado en la revista Journal of Zoology.
Comparado con nosotros, sin embargo, el T. rex sí que es impresionante: si éste mordía con una presión de 1.500 kilogramos por centímetro cuadrado, nosotros apenas lo hacemos a 30 kilogramos de fuerza por centímetro cuadrado, o podemos llegar a 77 en algunos casos. La investigación también sugiere que la inteligencia humana puede haber llevado a que tengamos una mordida extremadamente débil porque la evolución de nuestros cerebros más grandes ocupan espacio en nuestras cabezas, desplanzando los músculos críticos para la mordida dura
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