Facebook no existía antes de Internet, evidentemente. Pero sí que existió un equivalente bastante aproximado. Una herramienta que recuerda a Craiglist. Eran organizaciones comunitarias conocidas como switchboards (centralitas).
Estas centralitas servían para establecer vínculos entre usuarios y ponerlas en contacto con servicios que estuvieran buscando.
Tal y como lo explica Walter Isaacson en su libro Los innovadores:
La mayoría eran de baja tecnología, normalmente un puñado de personas alrededor de una mesa con un par de teléfonos e innumerables tarjetas y folletos colgados en las paredes; actuaban como enredadores para crear redes sociales.
Estos servicios fueron usados por gente como el extravagante Lee Felsenstein, que estudiaba ingeniería en Berkeley en los años 1960, y fue uno de los revolucionarios que querían usar las computadoras para cambiar el mundo. Felsenstein puso un anuncio personal en el Berkeley Barb que decía: “Hombre renacentista, ingeniero y revolucionario busca conversación”.
Gracias a él conoció a una de las primeras mujeres hackers y ciberpunks, Jude Milhon, que escribía bajo el seudónimo de St. Jude. Esta, a su vez, le presentó a su compañero Efrem Lipkin, un programador de sistemas.
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