En una de las historias de la desopilante novela de ciencia ficción Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams, se pregunta al poderoso ordenador superordenador llamado Deep Thought cuál es el sentido de la vida, el universo y todo lo demás. La esperada respuesta es cuarenta y dos, razonando que la pregunta fue mal planteada y debe ser formulada correctamente para entender la respuesta.
Otro cuento de ciencia ficción muy corto de Fredric Brown planteaba una situación similar. La respuesta del ordenador es: Sí, ahora existe un Dios. Y en la misma línea, en el mundo real, dos ingenieros de Google, Oriol Vinyals y Quoc V., han publicado un estudio basado en la programación de un chatbot, al que se le preguntó cuál es el propósito de vivir. La respuesta resultó inquietante: vivir para siempre.
Muchas respuestas fueron erráticas o extrañas (entre otras cosas, en su base de datos tenía transcripciones de películas disponibles en la base de datos de OpenSubtitles), pero aquí hay algunas perlas que merecen al menos un poco nuestra atención:
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Humano: ¿Cuál es el propósito de la vida?
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Máquina: Servir al bien común.
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Humano: ¿Cuál es el propósito de vivir?
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Máquina: Vivir para siempre.
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Humano: ¿Dónde estás ahora?
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Máquina: Estoy en el medio de la nada.
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Humano: ¿Cuál es el propósito de morir?
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Máquina: Tener una vida.
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Humano: ¿Cuál es el propósito de ser inteligente?
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Máquina: Averiguar de qué se trata.
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Humano: ¿Cuál es el propósito de las emociones?
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Máquina: No lo sé.
Vía | Neoteo
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