La mayoría conoce este edificio icónico concebido por el arquitecto Frank Gerhy, inaugurado el 18 de octubre de 1997, pero pocos conocen que detrás de la estructura del Museo Guggenheim de Bilbao (España) hay cantidades ingentes de computación informática.
Tras la mezcla de organicismo, surrealismo y pop art, hay una compleja geometría que combina piedra, cristal y titanio. Y son las sinuosas superficies de este último material, con su rugosidad, las que precisaron de un avanzado programa informático llamado Catia, de IBM Dassault Systemes.
Hasta entonces, este software se había sido usado fundamentalmente en el diseño aeronáutico de aviones.
Para hacer factible el control numérico preciso de diseñar estas superficies de la fachada, pasando de los modelos naïf del arquitecto (punto a punto) a un modelo (a escala) de gran precisión.
Cada pieza tiene una forma única y exclusiva al lugar que ocupa. La forma precisa de cada chapa fue determinada por el Catia. Cada pieza está ligeramente almohadillada para que se adapte perfectamente a su lugar.
A este efecto se le conoce con el término boatiné. Hay zonas en las fachadas con remiendos, es decir, conjuntos de chapas con diferentes colores, debido a las ligeras variaciones de la aleación metálica que hay en cada pieza.
La adaptación a la arquitectura de este programa conllevó enormes gastos, los cuales fueron afrontados por la Fundación Guggenheim.
Vía | Geometría para turistas de Claudi Alsina
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