Un investigador de la Universidad de Wageningen ha publicado recientemente un estudio (aún preprint) que detalla un sistema mediante el cual la IA de reconocimiento facial podría usarse para identificar y medir el estado emocional de los animales de granja.
Por el momento, sin embargo, hay poca evidencia para creer que los llamados sistemas de 'reconocimiento de emociones' realmente funcionan.
El sistema, según el estudio, fuciona tal que así: se basa en un conjunto de datos de características faciales de imágenes de los animales de granja recolectadas en más de 6 granjas y que ha sido optimizado para operar con una precisión promedio del 85%. A partir de ello, se infieren los estados emocionales de los animales en tiempo real.
El software detecta 13 acciones faciales y 9 estados emocionales, incluido si el animal es agresivo, tranquilo o neutral.
Según el investigador, estamos ante un porcenajte de acierto muy alto, pero la literatura científica es aún un poco escéptica frente a semejantes afirmaciones.
Los humanos no son fiables
Una IA puede entrenarse en un conjunto de datos etiquetados como humanos para reconocer las emociones con una precisión similar a la de los humanos. Sin embargo, no hay una verdad fundamental en lo que respecta a las emociones humanas.
Todos experimentan e interpretan las emociones de manera diferente y la forma en que expresamos las emociones en nuestros rostros puede variar enormemente según las características biológicas culturales y únicas.
En otras palabras: parece imposible "entrenar" un algortimo para que reconozca las emociones porque el entrenamiento se basa en conjuntos de datos etiquetados por humanos. Los humanos cometemos errores. Peor aún, es ridículo imaginar que dos humanos miren un millón de caras y lleguen a un consenso altamente fiable sobre el estado emocional de cada persona vista.
Los investigadores no entrenan a la IA para reconocer emociones o hacer inferencias a partir de rostros. Entrenan a la inteligencia artificial para imitar las percepciones de los humanos específicos que etiquetaron los datos que están usando.
En cualquier caso, cuando el estudio sea revisado por pares y analizado por otros investigadores, veremos si realmente podemos saber si los cerdos están felices o no:
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