La electricidad, al igual que la gravedad y el magnetismo, es una fuerza que se extiende por el espacio y forma un campo. Dado que los campos no pueden verse, y que la transferencia de fuerza por medio de un campo no implica contacto físico entre las partículas (al menos por encima de escalas cuánticas), resulta difícil imaginar cómo actúa.
En cualquier caso, la electricidad forma parte de la vida cotidiana del mundo. La producción mundial de electricidad en el año 2007 fue de 19,25 billones de kWh. Solo en Reino Unido, por ejemplo, hay 7.200 km de cables de alta tensión.
Todas las baterías del mundo (incluyendo las industriales, de coches, de teléfonos, de ordenadores, de máquinas de fotos, de linternas, etc.) solo podrían acumular algo menos de 10 minutos del consumo eléctrico mundial.
Sin embargo, según Isaac Asimov, en 10 minutos, un huracán produce suficiente energía como para igualar a todas las reservas nucleares del mundo. Y un volcán produce más energía que un huracán, un tsunami o un terremoto.
Para haceros una idea de lo que es un kWh, es decir, un kilovatio-hora, tened en cuenta que con un kilovatio-hora tenemos suficiente electricidad para alimentar una bombilla de 40 vatios durante 24 horas. O un televisor de 19 pulgadas durante 4 horas. O un ordenador personal durante 2,5 horas. O un secador de ropa durante 15 minutos.
En términos humanos, un kWh equivale a 840 kcal. Suficiente energía para trasladar 40 kg desde el nivel del mar hasta la cima del Everest.
El número de bombillas eléctricas en el mundo es de 12.000 millones. Y en número que se compraron en EEUU durante el año 2009 fue de 2.000 millones, es decir, unos 5,5 millones de ventas diarias, con gasto anual de 1.000 millones de dólares. Solo en bombillas.
El porcentaje de energía que desperdicia una bombilla eléctrica normal en forma de calor es del 95 %. La potencia térmica que genera el cuerpo humano es de 60 W, la misma que una bombilla doméstica normal.
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