Sputnik: la odisea del Soyuz 2 es una exposición única del Cosmocaixa, el museo de ciencia de Barcelona. La razón por la que es única forma parte de la propia esencia de la exposición, y desvelarlo rompería la magia de muchos de los visitantes. Así que tendréis que acudir en persona a contemplarla y, sobre todo, a fijaros en los pequeños detalles. Porque sí puedo daros una pequeña pista: esta exposición habla de que hay que fijarse en los pequeños detalles.
En apariencia es una exposición sobre una odisea espacial. La desaparición de un cosmonauta ruso en la misión de acoplamiento de la Soyuz 2 con la Soyuz 3, junto a la perra Kloka, fue un error que la Unión Soviética no podía permitirse, así que falseó los documentos, hizo desaparecer de la existencia al cosmonauta y deportó a su familia a Siberia para que jamás nadie pudiera desvelar el secreto.
Al desclasificarse el material secreto, un periodista indagó sobre aquella historia descubriendo que algo no encajaba. El cosmonauta sí que había existido, sí que había estado en la Soyuz y había muerto (o más bien desaparecido en ella). En la exposición que podéis visitar, organizada por Joan Fontcoberta, podéis revistar toda la documentación y los objetos personales que demuestra la existencia de este cosmonauta.
El nombre del cosmonatura de marras es Ivan Istochnikov. El día que Cosmocaixa tuvo la gentileza de invitarme a la exposición, pude tirar algunas fotografías al material, como podéis observar a lo largo de esta entrada. Dibujos de Ivan cuando aspiraba a ser cosmonauta, por ejemplo. Una fotografía en la que se ve flotando en el espacio al comandante Istochnikov y la perra Kloka (¿quién hizo aquella fotografía?, se preguntará algún visitante enarcando una ceja escéptica).
También hay una sala donde se alberga el meterito de kriptonita que pudo haber impactado contra la Soyuz 2, que había sido lanzada el 25 de octubre de 1968 desde el cosmódromo de Baikonur.
Pero como os dije al principio de esta entrada, la exposición Sputnik: la odisea del Soyuz 2 es más que una exposición, o quizá es una exposición con diversas capas. De vosotros depende penetrar en las capas más profundas o quedaros en las superficiales. Tal y como explica el propio Joan Fontcoberta a propósito de la exposición:
Más allá del esplendor del cosmos que muestran la mayoría de estas imágenes, esta exposición es también la denuncia de una gran impostura. El espectador atento no dará crédito a sus ojos. La fotografía nos habla de la contribución en la construcción de conciencias, por encima de todo nos habla de su fragilidad como documento. Aquí vemos como un poder totalitario manipula la información y utiliza la tecnología para tergiversar la realidad, pero de hecho es toda la epistemología de la imagen fotográfica lo que queda críticamente en duda.
Tal vez las cosas empiecen a encajar mejor cuando echamos un vistazo al cartel que limita la entrada a determinada clase de personas. Nada de muujeres embarazadas ni niñas con trenzas. Si todavía estáis un poco despistados, entonces deberéis leer en panel gigante que queda al final de la exposición, y así no tropezaréis en la misma piedra que una vez tropezó el insigne Iker Jiménez.
Podéis asisitir a la exposición hasta el 31 de mayo, así que vale la pena que os deis prisa. Y, naturalmente, la entrada os dará acceso al resto del Cosmocaixa.
Ver 1 comentarios