El día de ayer fue bastante intenso, desde las 7 AM que salimos desde Madrid hasta las 19 que regresamos, fueron unas 12 horas en las que la imagen que tenía del reciclaje desapareció.
Para entrar en materia me gustaría empezar a hablar del envase. Los envases tienen un fin principal: proteger el producto y sus propiedades organolépticas. Además deben cumplir otras cualidades como ser ligeros, cómodos para transportar y almacenar, fáciles de abrir, etc.
Los envases protegen los alimentos de la luz y el aire gracias a su composición y a su sistema de envasado aséptico.
Un envase de Tetra Pak está compuesto aproximadamente de 75% de papel, 20% de polietileno y 5% de hoja de aluminio.
Cada material tiene su función: el papel, el principal componente del envase, le da la robustez; la hoja de aluminio actúa de barrera contra la luz y el aire y, el polietileno, otorga la estanqueidad necesaria para envasar líquidos.
Combinando capas con la cantidad necesaria de cada material para satisfacer todas las funciones requeridas, el peso y el volumen del envase se reducen al mínimo (un envase de litro pesa solo 26 gramos, no tenéis excusa para no depositarlo en el contenedor amarillo), mientras que se garantiza la protección del producto y la funcionalidad y comodidad para los consumidores.
Este tipo de envases vienen preparados para conservar lácteos, zumos, néctares y adyacentes (vino, sopas, tomate, etc). La posibilidad de envasar bebidas carbonatadas es inviable, ya que la presión interna que ejerce el gas que las contiene puede romper este tipo de envase.
En cuanto al tampón, también es de polietileno pero ahora se están empezando a hacer con caña de azúcar (polietileno verde).
Tradicionalmente las medidas legislativas dirigidas a reducir los impactos medioambientales del envase se han centrado en la fase final de su vida, esto ya no es suficiente. Políticos y empresarios se enfrentan ahora a un nuevo reto: la prevención del impacto medioambiental en cada fase del ciclo de vida del producto.
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