Comiendo entropía para permanecer vivos: hierba, saltamontes, ranas, truchas y seres humanos

Comiendo entropía para permanecer vivos: hierba, saltamontes, ranas, truchas y seres humanos
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A nivel puramente físico, los seres vivos se mantienen vivos procesando energía. La vida, en ese sentido, es solo un sistema metasestable que tiende a la estabilidad. Es decir, morimos cuando dejamos de procesar energía del medio, cuando entramos en un estado de equilibrio. La vida es un ejemplo de sistema termodinámico que no se halla en equilibrio.

Por ejemplo, las plantas realizan el proceso de mantenerse en estado de desequilibrio absorbiendo energía a través de la fotosíntesis. Pero, a pesar de que las plantas son las “centrales de energía” más eficientes de la Tierra, la mayoría de la energía absorbida se disipa: la reducción pequeñísima de la entropía en la planta se produce a costa de un incremento mucho mayor de la entropía total del medio.

Cadena trófica

En el caso de los seres humanos, la energía consumida y despilfarrada es mucho mayor. Para entender las magnitudes, imaginemos una cadena trófica simple concebida por el químico G. Tyler Miller: hierba, saltamontes, ranas, truchas y seres humanos.

Cuando un depredador quiere transformar energía de otra forma de vida (la presa), ello implica un gasto extra que se acaba traduciendo en una pérdida de energía. De hecho, solo se suele asimilar entre el 10 y el 20 % de la energía de la presa, el resto se desperdicia en forma de calor liberado en el medio.

En consecuencia, en la anterior cadena trófica encontraremos unas pérdidas de energía acumulativas enormes, tal y como ha calculado Miller (Energetics, Kinetics and Life):

Hacen falta trescientas truchas para sustentar a un hombre durante un año. A su vez, las truchas deben consumir noventa mil ranas, que deben consumir veintisiete millones de saltamontes, que se alimentan de mil toneladas de hierba.

De esto se deriva que, a medida que una especie asciende en la escala evolutiva, debe estar mejor equipada desde el punto de vista fisiológico para extraer energía disponible. Lo explica así Jeremy Rifkin en su libro La civilización empática:

Así pues, en la escala evolutiva toda forma de vida se mantiene en un estado de desequilibrio ordenado a costa de crear más desorden (disipar energía) en el medio. La energía fluye sin cesar por cada organismo vivo, entrando en el sistema en un nivel elevado y saliendo de él en un estado más degradado, en forma de desechos. Cuanto más complejo es un organismo, más energía necesita para mantenerse alejado del estado de equilibrio.

Y es que ya dijo el filósofo y matemático Bertrand Rusell aquello de “Todo ser vivo es una especie de imperialista que intentar incorporar el medio a sí mismo y a su descendencia en la mayor medida posible.”

Foto | Chris

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