Como íbamos diciendo, resulta que, en cada vértice de un diagrama de Feynman, las partículas salientes pueden ser diferentes a las entrantes, lo cual significa que destruido y creado partículas.
En principio, puede sonar un poco raro. Pero lo cierto es que es algo comprobado experimentalmente de sobras. De hecho, está muy relacionada con la relatividad y la conocida fórmula de Einstein: E = m c2.
Esa ecuación dice que la energía se puede invertir para crear masa y viceversa. Es decir, el hecho de que la masa no sea más que un tipo de energía abre la puerta de par en par a la creación y destrucción de partículas.
De hecho, si recordáis cuando os hablé sobre las diferentes capas que existen en la Física, comenté que una de las principales limitaciones de la mecánica cuántica rasa era que no es capaz de describir la creación y destrucción de partículas. Por eso, la mecánica cuántica sólo es capaz de estudiar interacciones elásticas, donde las partículas sólo intercambian momento y energía, pero no se crean nuevas.
Esta limitación de la mecánica cuántica proviene de su incompatibilidad con la relatividad. Ese motivo, entre otros, llevo al desarrollo de una teoría más potente, que extendiera la cuántica incluir la relatividad, explicando de paso – entre otras cosas nuevas – la creación y destrucción de partículas. El resultado se dio a llamar
Bien, ahora ya tenemos claro que en un vértice de interacción pueden concurrir partículas de diferentes tipos. Pero, ¿puedo poner los tipos de partícula que me dé la gana? Pues no, hay reglas muy estrictas a seguir. En el próximo capítulo empezaremos a hablar de ellas.
Foto | SCZenz
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