Existe un efecto óptico muy difícil de detectar pero que, si tenéis suerte de atisbarlo, os permitirá asistir a un despliegue de efectos especiales dignos de la ILM. Es el llamado espectro de Brocken, un efecto que deja en ridículo incluso al arco iris.
El fenómeno sucede cuando el sol brilla detrás de un alpinista, proyectando sus rayos sobre una cresta llena de neblina.
El efecto, además de producir una gigantesca sombra del alpinista, consigue que la luz solar se difracte a través de las gotitas de agua contenidas en la niebla, lo que hace que la gigantesca figura proyectada se vea rodeada de halos de luz de múltiples colores.
Es, por ejemplo, el efecto que se produjo con el físico escocés Charles Wilson cuando estaba subiendo la montaña de Ben Nevis, y que le inspiró para crear un aparato para detectar la radiación ionizante llamado “cámara de niebla”.
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