El radio es un elemento químico de la tabla periódica descubierto por descubierto en 1898 por Marie Skłodowska-Curie y su marido Pierre. El radio es extremadamente radiactivo, un millón de veces más que el uranio. Y, sin embargo, hubo una época, a principios del siglo XX, en que el radio se puso de moda, hasta el punto de que se usaba radio para todo.
Por ejemplo, las sales de radio se promocionaron como una cura para todo, desde la ceguera hasta la depresión. Hasta el punto de que se creó el Radium Palace Hotel: un balneario… radioactivo. (Si tenéis curiosidad por visitarlo, estáis de suerte, hace relativamente poco que abrió de nuevo sus puertas).
Empezó a añadirse radio al agua mineral, los dentífricos, las cremas cosméticas y hasta el chocolate, tal y como os expliqué en ¡Beba refrescante agua radiactiva!
La gente jugaba a la ruleta del radio e iba a bailes de radio. Las "modelos de radio" posaban con vestidos luminosos. Hubo mantequilla Radium, cigarros Radium, cerveza Radium, chocolate Radium, condones Radium, supositorios Radium y gelatina contraceptiva Radium. También se administrana radio en el pienso de las gallinas para que los huevos se incubaran solo, incluso, por qué no, que incluso se cocieran solos.
Tal y como añade Hugh Aldersey-Williams en La tabla periódica:
A menudo se invocaba el apellido Curie para respaldar estos remedios, en muchos casos de manra ilícita. Se decía que el Tónico Capilar Curie restauraba el crecimiento y el color del cabello, por ejemplo. Esta licencia comercial puede excusarse en cierta medida pues el propio Instituto del Radio de los Curie concedía su imprimátur a productos que contenían de manera genuína una fuente de emanación de radio. (...) El Instituto del Radio había conseguido asimismo la licencia para garantizar dispensadores de radiación cromados para instalar junto a la bañera. Estos émanateurs o "fuentes" hacían burbujear gas radón procedente de una fuente de radio que se desintegraba a lo largo de un tubo de goma en el agua de la bañera; también se utilizaban para añadir efervescencia a las bebidas. Ahora son objetos muy buscados.
Las farmacias francesas comercializaban, con la misma inmoralidad que hoy en día se comercializa la homeopatía, agua de colonia, polvos, jabón de crema y lápiz de labios Tho-Radia. Dicha marca estaba promovida por una tal Jacqueline Donny, que fue miss Francia en 1948 y miss Europa en 1949, pudo haber incluido o no torio y radio en sus productos: el Instituto Curie no halló ninguno de estos elementos cuando los sometió análisis.
Una marca de "parfum atomique" presentaba una botella etiquetada como "Atome 58" con un halo brillante a su alrededor, con independencia de que el elemento con el número atómico cincuenta y ocho es el inofensivo cerio.En la década de 1930 ya era absolutamente evidente que, a pesar de toda la moda, el radio era un grave peligro para salud. El origen popular del “brillo verde” radioactivo surgió justo aquí, cuando se descubrió que la pintura adquiría luminosidad si se le añadía un poco de radio. Entonces se puso de moda decorar las esferas de los relojes y las paredes con esta mezcla. En realidad, sin embargo, lo que brillaba no era el radio sino su reacción con el cobre y el zinc de la pintura, que originaba un fenómeno llamado “radioluminiscencia”.
Las llamadas “chicas del radio”, que trabajaban en las fábricas aplicando capas de pintura con radio a los relojes, sin embargo, murieron de cánceres faciales que les desfiguraban el rostro: al parecer, chupaban los pinceles mientras trabajaban. Y en 1934, la propia Marie Curie falleció de anemia, como consecuencia de haber manipulado durante años la sustancia que había descubierto.
A pesar de todo, la gente continuó venerando el radio hasta que el público empezó a posicionarse en contra de las armas nuclares y la potencia nuclear se hizo mayor en la década de 1960. En la actualidad, el empleo del radio se halla restringido a las clínicas radiológicas, a pesar de que existan lugares como el Radium Palace Hotel.
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