Nuestra intuición nos dice que, si la Tierra rota tan velozmente, al dar un salto lo suficientemente alto sobre ella, el punto de salto se alejaría de nosotros.
La superficie de la Tierra rota a unos 450 m/s en el Ecuador, 2 veces la velocidad media de un 747. Entonces, ¿por qué no hay ninguna aerolínea ofreciendo baratos deslizamientos a destinos seleccionados?
La razón se debe a que los objetos que hay en nuestra atmósfera comparten la rotación del planeta. Cuando un helicóptero despega verticalemente, por ejemplo, se lleva con él la velocidad de avance, de manera que se mantiene la relación con el terreno.
La primera ley de Newton permite profundizar en los entresijos de la inercia. Galileo fue el que enunció que un sistema o conjunto que se mueve a una velocidad constante tiene las características de un sistema en reposo. Por eso en un tren a velocidad constante nos podemos mover libremente como si estuvieramos en tierra. Y también una mosca puede volar por el interior del tren sin verse obligada a acelerar a la velocidad del tren.
Podría conseguirse alguna mejora si nos eleváramos tanto que penetrásemos en las correintes de aire de gran altitud generadas por la presión atmosférica.
Estas corrientes soplan a más de 180 km/s en relación con la superficie de la Tierra.
De hecho, este efecto fue el que permitió que el multimillonario y aventurero Steve Fossett conseguiera, en 2002, dar la vuelta al mundo en globo sin necesidad de propulsión ni ningún tipo de ayuda en sólo 13 días. Lo hizo partiendo de Northam (Australia) el 19 de junio de 2002 y regresando el 2 de julio de ese mismo año.
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