Probablemente todos nosotros lo hemos sentido alguna vez. Salimos del coche, nos disponemos a cerrar la puerta y, zas, recibimos una pequeña pero molesta descarga eléctrica.
¿Qué la produce?
Si bien es cierto que un coche puede cargarse de electricidad estática a través del efecto de la fricción que produce el aire, ésta no es la causa principal.
La verdadera carga eléctrica se produce en el mismo acto de salir del coche. Cuando nos movemos en el asiento, la fricción desprende los electrones de las fibras de los tejidos, de manera que se crea una potente carga eléctrica que, si tiene la oportunidad (tocando la puerta, al meter la llave en la cerradura), llegará hasta el suelo. Si ello sucede a través de nuestro dedo, el resultado es un buen impacto.
Esta descarga eléctrica, no obstante, puede llegar a ser mortal… si se produce en una gasolinera, por ejemplo. La chispa puede desencadenar un incendio.
De modo que hace tiempo que se investiga para encontrar materiales que reduzcan el efecto de la carga, sin demasiado éxito por el momento.
Una buena forma en la que personalmente podríamos minimizar el efecto sería cubrir el asiento del coche con esos trenzados de bolitas de madera que también se usan para evitar el sudor y producirte, dicen, un agradable masaje en la espalda. Pero como el cachivache es un tanto hortera, hay una solución mejor:
Consiste en extender la mano y tocar rápidamente el coche con la base de la palma. La densidad de carga en esta parte suave y redondeada de la mano es mucho más débil que en las yemas de los dedos, de forma que la descarga resulta casi imperceptible. Aunque un observador ajeno pueda llegar a pensar que estáis locos o que sois uno de esos maniáticos que se ven obligados a ir tocando la superficie de todas las cosas.
Vía | ¿Por qué la araña no se queda pegada a la tela? de Robert Matthews
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