No hace falta ver Sexo en Nueva York para constatar que a las mujeres les atraen las carteras abultadas (de dinero, malpensados). Sobre todo porque las protagonistas de semejante atentado cinematográfico al buen gusto no representan a las mujeres comunes. Pero basta echar un vistazo a la realidad para descubrir que, en efecto, en mayor o menor medida, las mujeres están programadas para sentirse atraídas por el dinero y los recursos de los hombres.
¿O acaso pensabais que los hombres se compran coches caros sólo para disfrutarlos ellos?
Aunque parezca una obviedad, vale la pena demostrar esta clase de cosas para que luego nadie pueda aducir que tal afirmación es machista o sesgada. Las mujeres otorgan el doble de valor que los hombres al as buenas perspectivas económicas.
Quizá alguno pueda pensar que ello tiene un componente claramente cultural: en un mundo dominado por los hombres, en el que los mejores puestos de trabajo son para ellos, a las mujeres no les queda otra que valorar más el dinero del futuro cónyuge.
Pero lo cierto es que, independientemente del contexto cultural, esta tendencia se produce en mayor o menor medida. Y además se produce en todo el planeta, como se preocupó de reflejar el psicólogo David Buss: preguntó a 10.047 personas de 37 culturas distintas en 6 continentes y 5 islas que van de Alaska al territorio zulú.
Otra tendencia que se halló de manera universal es que las mujeres prefieren hombres mayores que ellas, y daba especial importancia a la categoría social, la ambición y la diligencia. Por el contrario, los hombres daban una mayor importancia a la juventud y a la apariencia física.
Así pues, resulta difícil creer que todas estas tendencias respondan a arquetipos sociales, a modas o adoctrinamiento cultural. Más bien, lo que ocurre, es que la cultura en este particular se limita a reflejar los genes de los hombres y las mujeres, por eso la tendencia se produce en culturas tan distintas entre sí.
En otras palabras: no es cierto que los hombres posean la mayoría de la riqueza y por eso las mujeres buscan hombres con riquezas. Bueno, sí es cierto, pero no es preciso: lo preciso es decir que los hombres buscan con hacerse con la mayoría de las riquezas porque a las mujeres les atraen los hombres con riquezas. De la misma manera, las mujeres se afanan por parecer jóvenes y guapas (las de Sexo en Nueva York intentan esto hasta límites grotescos) porque saben que eso atrae a los hombres.
Esta dirección de causalidad nunca fue tan verosímil como la otra, aunque teniendo en cuenta las pruebas de universalidad, ahora resulta más verosímil. Según se dice, Aristóteles Onassis, que sabía un poco de dinero y de mujeres hermosas, dijo en una ocasión: “Si las mujeres no existieran, todo el dinero del mundo dejaría de tener sentido.
Así pues, podemos afirmar que la explicación de que las cosas sean como son es genética, pero la cultura, que emana también de los genes, refuerza la tendencia, como el pez que se muerde la cola. El entorno refuerza la naturaleza, no se opone a ella.
Por supuesto, para el despistado que no haya leído con atención el artículo, ahora no vale decir que él conoce a una mujer que no se siente atraída por el dinero de los hombres, o a un hombre que no persigue enriquecerse para seducir a las mujeres.
Todos estos procesos se desarrollan a nivel freático, de manera inconsciente, y que existan excepciones no invalida la tesis de que hay una clara tendencia biológica innata y universal hacia lo anteriormente expuesto. Porque yo también conozco a psicópatas que sólo disfrutan matando, o personas que nacen ciegas… o incluso seres extrañísimos a los que no les gusta el fútbol. Yo soy uno de ellos.
Vía | Cómo funciona la mente de Steven Pinker / La evolución del deseo de David Buss
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