En los últimos años, los investigadores han explorado la heredabilidad de la personalidad, incluidos valores atípicos como el altruismo y la timidez. En un reciente estudio con monos, dirigido por científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison, sugiere que la ansiedad también podría ser hereditaria.
El trabajo, publicado en Journal of Neuroscience, podría conducir a una mejor comprensión de los trastornos de ansiedad en los niños.
Epigenética
Entre 2007 y 2011, los investigadores estudiaron 378 monos rhesus preadolescentes cuyo pedigrí fue monitorizado durante ocho generaciones. Para medir su nivel de ansiedad, un humano desconocido se quedó durante 30 minutos en presencia de un mono enjaulado. El extraño no hizo contacto visual con el animal, lo que significaba que la criatura no podía captar la intención del intruso.
Los monos reaccionaron con un comportamiento ralentizado y una disminución de la vocalización, cuyo grado fue registrado por un observador. También se midió el nivel de cortisol de cada mono, una hormona del estrés.
Después del encuentro, la actividad cerebral de los monos jóvenes, bajo anestesia, se examinó a través de diversas exploraciones. Los monos que reaccionaron de manera más estresante también mostraron actividad cerebral específica en la amígdala, que procesa respuestas emocionales como el miedo.
Lo interesante es que una respuesta cerebral similar fue detectada en los antepasados de los monos muy estresados. Los monos jóvenes tenían mayor probabilidad de estar ansiosos si sus ancestros también habían experimentado ansiedad. Los investigadores habían determinado previamente que la ansiedad es hereditaria en un 29 por ciento en monos rhesus.
Este estudio va más allá al mostrar que dos conexiones cerebrales relacionadas con la ansiedad también podrían transmitirse de generación en generación, a través de la epigenética, es decir, modificaciones en la expresión de genes que no obedecen a una alteración de la secuencia del ADN y que son heredables.