Muchos niños, al poco de nacer, tienen los ojos azules, incluso si sus padres tienen los ojos castaños, porque todavía no se ha liberado por completo una proteína necesaria para liberar melanina, cuya concentración es lo que determina finalmente si los ojos serán más o menos oscuros. Todos los ojos contienen una determinada cantidad de este pigmento.
Es la variación en los niveles de este pigmento, junto con el efecto de interferencia luminosa, lo que da lugar a toda la gama de colores de ojos que apreciamos. Con cada vez menos melanina presente, el ojo puede aparecer castaño oscuro o claro, avellana, verde, gris o azul.
En 2008, un equipo de investigadores de la Universidad de Copenhague descubrió una mutación de un gen concreto que regula una proteína necesaria para producir melanina.
A juicio de Hans Eiberg, que dirigió la investigación, este hallazgo genético sugiere que todas las personas de ojos azules que actualmente nos rodean pueden hacer remontar su origen a un original Ojos Azules, el primero en experimentar esta mutación, que vivió presumiblemente entre 6.000 y 10.000 años atrás.
Eidberg sostiene que todas las personas tenían ojos marrones hasta que una mutación genética en el gen OCA2 desencadenó un proceso que literalmente “apagó” la capacidad de producir el color marrón en el iris.
Sin embargo, antes de que se encontrara este gen, ya Francis Galton tuvo curiosidad por saber qué tenía que decir el color de los ojos a propósito de la herencia, tal y como explica Hugh Aldersey-Williams en su libro Anatomías:
Se construyó un maletín con dieciséis ojos de cristal numerados de diferentes colores. Los ojos estaban dispuestos en una lámina metálica moldeada de tal manera que proporcionara a cada ojo párpados y una ceja, un toque alarmantemente surrealista cuando se abre por primera vez el maletín. Galton necesitaba estar seguro de que las etiquetas de color que eligió entre la “gran variedad de términos” utilizados por los compiladores de los registros familiares eran los importantes en la naturaleza. No escogió pardo o azul, como solemos hacer, sino categorías de claro y oscuro, dividiendo las que tenían ojos “avellana” en ambos campos. Después comparó los hijos con sus padres y abuelos, empleando abundantemente su tormenta estadística usual, pero no encontró nada más notable que decir al final de todo ello que se observa que tanto los ojos azules como los pardos persisten a lo largo de generaciones.
Tener los ojos azules tampoco es una bicoca. Las personas de ojos azules o verdes son más propensas a sufrir cáncer de piel, concretamente melanoma. Y es que ser una persona de piel blanca y de ojos azules en realidad es una anormalidad que se produjo por unas condiciones muy específicas, tal y como podéis leer más ampliamente en Esas anómalas personas de cara blanca llamadas europeos.
El 10% de la población tiene los ojos azules. Son relativamente frecuentes en Europa, habiendo zonas en los países nórdicos y del este en las que la gran parte de la población tiene los ojos de este color. Sólo un 3% de la población mundial tiene los ojos verdes. Eiberg admite que su relación con el color azul, tras publicar su estudio en Human Genetics, ha terminado. "Hay muchos investigadores interesados en estos momentos en el color azul, así que ahora intentaré entender mejor los ojos verdes", concluye.
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