Al menos en lo que se refiere a nemátodos, gusanos nematelmintos del superfilo Ecdysozoa, el impacto del cambio medioambiental se puede transmitir en los genes durante al menos 14 generaciones, el periodo más largo observado nunca en animales.
Utilizando técnicas de ingeniería genética, se había agregado en el gusano una proteína fluorescente.
Calor entre generaciones
En el estudio presentado en la revista Science, si los gusanos se mantenían a 20 grados centígrados, se creaba sólo una pequeña cantidad de proteína fluorescente.
Sin embargo, si se trasladaba a estos gusanos a un clima más cálido de 25 grados, entonces se incrementaba significativamente la actividad de los transgenes (una cadena larga de copias repetidas de un gen, en este caso para una proteína fluorescente), lo que provocaba que los gusanos brillaran intensamente bajo la luz ultravioleta cuando se miran al microscopio.
Cuando estos gusanos se volvieron a la temperatura más fresca, sus transgenes eran todavía muy activos, lo que sugiere que estaban de alguna manera reteniendo la "memoria" de su exposición al calor. Este alto nivel de actividad se transmitió a sus descendientes y en adelante durante 7 generaciones mantenidas únicamente a 20 grados.
Mantener los gusanos a 25 grados durante cinco generaciones condujo a la actividad transgénica aumentada durante al menos 14 generaciones. Según Ben Lehner, líder del equipo investigador en la Unidad de Sistemas Biológicos del EMBL-CRG (Center for Genomic Regulation):
Descubrimos este fenómeno por casualidad, pero muestra que es ciertamente posible transmitir información sobre el medio ambiente a través de las generaciones. No sabemos exactamente por qué sucede esto, pero podría ser una forma de planificación biológica.
Esta propiedad no solo se observó en los genes artificiales: los investigadores también hallaron que las partes repetitivas del genoma del gusano normal que se parecen a los arreglos del transgen se comportaban de la misma manera.
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