Una enzima que protege a nuestra piel contra la radiación dañina del Sol queda dañana si cenamos demasiado tarde, así como aumentamos la probabilidad de sufrir envejecimiento prematuro de la piel y cáncer de piel. Al parecer, esto sucede porque mantener ritmos anormales de alimentación altera el reloj biológico de la piel.
El estudio que sugiere esto ha sido llevado a cabo por Joseph S. Takahashi, neurocientífico del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas. Y al menos sucede con ratones.
¿A qué hora cenar?
El estudio concluyó que los ratones a los que se les suministraba comida sólo durante el día, lo que supone un ritmo de alimentación anormal para estos animales nocturnos, sufrieron más daño cutáneo cuando se les expuso a luz ultravioleta durante el día que durante la noche. Al contrario que el ritmo de alimentación normal en humanos, que se corresponde con las horas de sol.
El nuevo estudio, publicado en Cell Reports, sugiere la relevancia de los tiempos de alimentación. Los investigadores se enfocaron en este factor porque ya se sabía que afectaba a los ciclos diarios de órganos metabólicos, como el hígado. Con todo, todavía es difícil extrapolar estos resultados en humanos, y se necesitan más investigaciones para entender mejor los vínculos entre los patrones de alimentación y el daño UV en las personas.
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