Las HAR (human accelerated regions o regiones aceleradas humanas) son 49 regiones del genoma humano en el que el ritmo de la evolución se ha acelerado de forma extraordinaria en comparación con los chimpancés y otros animales.
En realidad, la pequeña parte de nuestro ADN que nos distingue del resto de los animales. En palabras de Mark Pagel en su libro Conectados por la cultura:
la parte de nuestro genoma que nos distingue de veras de los chimpancés, ya que el cambio acelerado constituye un indicador de que la selección natural ha actuado de forma particularmente marcada sobre un gen. Significa que cada vez que ha surgido una variante útil nueva se ha extendido con rapidez por toda la población hasta que la han tenido todos sus individuos, y que el proceso se ha estado repitiendo después a medida que aparecían variantes nuevas diferentes.
Las HAR van, pues, desde la HAR1 hasta la HAR49. La HAR1, por ejemplo, apenas ha evolucionado en los 300 millones de años que han pasado desde los tiempos de ancestro común entre aves y mamíferos. Sin embargo, en los 6 millones de años transcurridos desde el ancestro común de los chimpancés y los humanos hasta la aparición del hombre moderno, la HAR1 experimentó 18 cambios.
Esto se traduce en un ritmo de la evolución de este trocito de ADN 450 veces mayor. Sin embargo, lo mejor de la historia es que este segmento de ADN que se ha desarrollado de un modo tan vertiginoso se halla activo en las células cerebrales del ser humano. El paso agigantado evolutivo de la HAR1 nos hace pensar que debió de suponer una cantidad sustancial de beneficios. Quienes tuvieron la fortuna de ser portadores de réplicas suyas con una o más de las mutaciones provechosas debieron de disfrutar de ventajas evidentes respecto de sus compañeros, menos afortunados y, en cierto modo, un tanto cortitos.
HAR1 solo es un segmento de ADN que determina o regula la expresión de otros genes, pero influye en el desarrollo de las neuronas: no solo hace que nuestros cerebros sean más grandes sino, sobre todo, se encarga de modificar la estructura, la densidad y la complejidad del cerebro y de las conexiones que establecen sus neuronas.
Usando una analogía informática: la HAR1 no añade más procesadores a un ordenador, sino que propicia que estos procesadores se comuniquen y compartan su información más eficazmente.
Por lo tanto, lo auténticamente maravilloso de los cambios evolutivos que hemos experimentado desde que nos separamos de los chimpancés es el número escaso de cambios que han llevado a diferencias tan profundas en un período de tiempo tan corto. La selección natural ha actuado solo en las transformaciones capaces de marcar una diferencia notable en nuestra conducta.