Siguiendo la estela del artículo sobre la enseñanza de matemáticas que publiqué la semana pasada, hoy voy a profundizar un poco más en cómo la tenacidad, el tiempo invertido y el control sobre la herencia cultural pueden ser factores muy relevantes a la hora de dominar esta esquiva materia, pesadilla de la mayoría de estudiantes.
Para ello nada mejor que hablaros de una de las escuelas más sorprendentes del mundo: la Academia KIPP.
La Academia KIPP (Knowledge is Power Program, Programa El Conocimiento es Poder) es una escuela pública experimental que abrió sus puertas en el cuarto piso de la escuela universitaria Lou Gehrig de Nueva York a mediados de la década de 1990.
KIPP estaba ubicada en uno de los barrios más pobres de la ciudad. A los estudiantes se les elige por sorteo. Aproximadamente la mitad de ellos son afroamericanos; el resto, hispanos. El 90 % procede de familias tan pobres que el Gobierno federal les subvenciona el almuerzo.
KIPP es un centro que jamás llamaría la atención de las autoridades educativas, pero lo cierto es que lo hizo. Y mucho. Sobre todo por sus peculiares clases de matemáticas. Su nivel es anormalmente elevado, comparable a las escuelas más privilegiadas de EEUU.
No sólo muchos estudiantes de KIPP acaban confesando que matemáticas es su asignatura favorita, sino que, además, hacia el final del octavo grado, el 84 % de los estudiantes está por encima de la media del país.
Hoy en día ya se ha copiado el exitoso modelo KIPP, y en EEUU ya hay 50 escuelas KIPP.
Pero ¿cuál es el secreto de la filosofía educativa de KIPP? Aunque cueste de creer: el tiempo y el control memesférico de sus estudiantes.
En la próxima entrega de este artículo os desvelaré en qué consisten estos factores, que generalmente son desdeñados por la mayoría de escuelas contemporáneas.
Vía | Fueras de serie de Malcom Gladwell
Ver 5 comentarios