Se acostumbra a pensar que la vida de los niños debe consistir en algo más que asistir a clase, que los niños necesitan más experiencias ajenas a las aulas para formarse, que necesitan jugar y divertirse, que demasiadas horas de estudio podrían resultar contraproducentes para sus pequeñas mentes.
Y quizá eso sea cierto en la mayoría de niños. Pero no lo es en todo tipo de niños. A los niños que acuden a las exitosas academias KIPP, por ejemplo, no les conviene en absoluto tener tiempo libre, ni que ese tiempo se vea contaminado por memes externos a la academia (memes del ambiente de casa, memes de su barrio marginal y degradado, etc.).
¿Recordáis la vida de la protagonista de la película Precious? Recordad cómo era Precious, cómo cambiaba su personalidad según si su ambiente era la escuela especial a la que acudía o… su vida en general. Precious perdía toda su autoestima en su vida diaria, sin embargo empezaba a creer en sus posibilidades cuando estaba en la escuela.
En ese sentido, las vacaciones escolares raramente se tienen en cuenta en los debates de educación. Es decir, el tiempo más largo que un alumno pasa fuera de las instalaciones escolares.
Pero una investigación llevada a cabo por el sociólogo Kart Alexander, de la Universidad John Hopkins, que analizó el progreso de 650 alumnos de primer curso del sistema de enseñanza pública de Baltimore, mediante unas pruebas de matemáticas y lectura, el llamado Achievement Test o prueba de aprovechamiento escolar, arrojó unos datos sorprendentes.
El análisis decía que los niños de familias más acomodadas tenían más conocimiento y mayor capacidad que los niños de familias pobres. Sin embargo, los datos cambiaban si la prueba se realizaba en septiembre, justo después de que acabaran las vacaciones de verano. Entonces los datos eran extraños: los niños pobres tenían calificaciones muy, muy inferiores.
Es decir, durante el verano, los niños con mejor con mejor situación económica volvían en septiembre, por ejemplo, con mejores notas en lectura. Los pobres volvían de las vacaciones y sus calificaciones en lectura se habían desplomado.
O dicho de otra manera: fuera de la escuela, los niños pobres no aprenden nada extra relativo a la enseñanza académica. Los ricos, sí. De hecho, si entre pobres y ricos existen diferencias en el rendimiento escolar, estas diferencias se deben casi exclusivamente a las discrepancias que se producen durante el tiempo en que no hay colegio.
Vía | Fueras de serie de Malcom Gladwell
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