Existe una fuerte reticencia, sobre todo entre creyentes de orientación conservadora y algunos otros en el extremo de la derecha política, hacia cualquier investigación que sugiera que la orientación sexual tiene un componente biológico, sea éste de orden genético o epigenético, o guiado por señales biológicas que no están determinadas genéticamente como, por ejemplo, los niveles de hormonas en el feto. Para ellos, la orientación sexual surge de la educación o de las influencias externas.
Por el contrario, los activistas del movimiento homosexual y buen parte de la izquierda política prefieren creen que la orientación sexual es como el color de los ojos: un rasgo con el que se nace y no una opción que se escoge.
¿Quién tiene razón? Primero analicemos objetivamente las pruebas que existen hasta el momento.
Desde un punto de vista estadístico, el hecho de tener un hermano homosexual aumenta de manera drástica la probabilidad de ser homosexual. Al parecer, en torno al un 15 por ciento de las hermanas de mujeres lesbianas son también lesbianas (comparadas con el 2 por ciento de la población general), y el 25 por ciento de los hermanos de hombres gais son también homosexuales (comparados con el 4 por ciento de la población general). Resulta interesante señalar que el hecho de tener un hermano gay no hace aumentar las probabilidades de que una mujer sea lesbiana ni viceversa.
Sin embargo, de estas estadísticas no debemos inferir que la homosexualidad es heredable per se, porque los hermanos también comparten educación y entornos similares. Así que hay que recurrir a pruebas más convincentes, como las llevadas a cabo con gemelos monocigóticos (idénticos) y dicigóticos (fraternales).
Al parecer, en el caso de los hombres, tener un hermano gemelo monocigótico homosexual hace que aumente en torno a un 30 por ciento la probabilidad de ser homosexual (una probabilidad similar a la que hay de serlo cuando se tiene un hermano homosexual no gemelo). Un estudio similar realizado con mujeres demostró que el hecho de tener una hermana gemela monocigótica lesbiana confiere un 40 por ciento de probabilidades de que sea también lesbiana, en tanto que con una gemela dicigótica lesbiana ese porcentaje se reducía al 16 por ciento (de nuevo, un valor similar al que se obtenía en el caso de tener una hermana no gemela lesbiana).
¿Qué conclusión, pues, debemos extraer de estos estudios? Al menos que un significativo número de casos, las parejas de gemelos monocigóticos son discordantes: uno es homosexual, y el otro es heterosexual. Eso indica que, a diferente del color de ojos, la homosexualidad no se hereda al cien por cien. Sin embargo, los estudios también sugieren que una parte de la orientación sexual está genéticamente determinada.
Pero debemos preocuparnos por las limitaciones que afectan a los estudios de gemelos que se han criado juntos: si los gemelos monocigóticos son criados de una forma más similar que los gemelos dicigóticos, esto podría contribuir a fomentar una mayor incidencia de la homosexualidad entre los primeros. Un mejor estudio, sin duda, analizaría el caso de gemelos que han sido criados por separado (en el momento de cerrar la edición de este volumen se están llevando a cabo trabajos en este sentido).
Vía | El cerebro accidental de David Linden
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