En ámbito de la genética, la mayoría de los nombres de los genes son abreviaturas aburridas que no dicen nada a los neófitos (aunque si leyéramos la versión completa del nombre aún nos produciría más rechazo: por ejemplo, el gen alox12b es araquidonato 12-lipoxigenasa del tipo 12R… un galimatías que muy poca gente está capacitada para entender).
Sin embargo, si los genes humanos tienen nombres que producen cefalea, los genes de las moscas del vinagre han sido bautizados con la misma creatividad lúdica que se observa en astronomía (asteroides han recibido el nombre de los Beatles o de Frank Zappa), especies biológicas (el actor Harrison Ford inspiró para dar nombre a una araña, la Calponea harrisonfordi) o hasta partículas fundamentales (hay 6 variedades de quarks: top, bottom, up, down, charmed (encanto) y strange (extrañeza).
Si los nombres de los planetas remiten a dioses, y los elementos químicos a mitos, héroes y grandes ciudades, los cromosomas del ser humano son de una banalidad aburridísima, pero los genes de las moscas del vinagre o de la fruta (Drosophila melanogaster) pueden llamarse pitufo, groucho o pokemon.
La mosca del vinagre tiene una larga historia relacionada con los genes: los genetistas las usan para probar sus experimentos porque hay muchas y se reproducen muy rápidamente. Gracias a ella se han obtenido tantos genes mutantes, que finalmente los científicos han tratado de emplear palabras muy gráficas y populares que tuvieran relación con dicha mutación, como si fueran personajes de X-Men.
Aquí tenéis algunas de las más llamativas, explicadas por Sam Kean en su libro El pulgar del violinista:
Entre los genes de la mosca del vinagre están Groucho, smurf (pitufo), fear of intimacy (miedo a la intimidad), lost in space (perdido en el espacio), smellblind (ciego a los olores), faint sausage (salchicha floja), tribble (unos bichos peludos de Star Trek que se reproducen muy rápido) y tiggywinkle (en honor a Mrs. Tiggy-winkle, un personaje de Beatrix Potter). El gen armadillo, cuando está mutado, confiere a las moscas del vinagre un exoesqueleto en forma de placas. El gen turnip (nabo) vuelve a las moscas más tontas que un ídem. Tudor (por referencia a Enrique VIII) deja a los machos sin hijos. Cleopatra puede matar a las msocas cuando interacciona con otro gen, asp. Cheap date (cita barata) deja a las moscas más que achispadas con un sorbo de alcohol.
Otros que vale la pena recordar son:
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Coitus interruptus: los machos mutantes con este gen terminan la copulación en diez minutos, cuando lo normal son veinte.
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Dissatisfaction: las hembras con este gen mutado nunca tienen sexo: emplean toda su energía para ahuyentar a sus pretendientes.
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Stuck (enganchado): no pueden separarse físicamente después del coito.
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Eyeless (sin ojos): es el gen que fabrica los ojos.
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Pirouette: conlleva que las moscas se muevan en arcos cada vez más pequeños hasta quedarse inmóviles.
Una creatividad de la que deberían aprender algunos antes de bautizar determinados lugares del mundo, así nos evitaríamos tener en el planeta más de 18 localidades que se llamen Barcelona, por ejemplo.
En definitiva, y a pesar de lo risible de ciertos nombres, gracias al esfuerzo desinteresado de estas moscas se han logrado esclarecer muchos de los principios básicos de la genética. Además, estas moscas, pro si fuera poco, fueron los primeros animales en viajar fuera de la Tierra (el espacio exterior comienza a una altitud de 100 kilómetros). Concretamente una mosca de la fruta que fue introducida en un cohete americano V2 y convertida en diminuto astronauta en julio de 1946.
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