2. BESAR.
Una hipótesis es que el beso es una reminiscencia de la infancia, dado que nuestra primera experiencia de seguridad, placer y amor procede de la boca cuando nos amamantan. Incluso nuestros ancestros solían alimentar a su prole pasándole la comida masticada de boca a boca, como hacen los chimpancés.
Otra explicación tendría que ver con el sexo. Los primeros homínidos se sentían atraídos por las frutas rojas maduras y esa atracción se trasladó a la sexualidad. De ahí que el sexo y los labios sean más colorados. O que tenga tanto éxito el pintalabios rojo pasión. Besar unos labios, pues, sería como morder una fresa.
Lo que es innegable es que los labios son una de las zonas más erógenas de nuestro cuerpo. Un beso apasionado puede resultar tan intenso que reduce el estrés y desata la oxitocina, el neurotransmisor de la socialización y el amor. Y como dice Cristina Sáez:
Cuando besamos a alguien, en esa distancia corta, nuestro cuerpo lee y registra la información que emana del olor corporal del otro, una secuencia de más de 100 genes, que forman el complejo mayor de histocompatibilidad, o MHC, una especie de carta de presentación que informa sobre nuestro sistema inmunológico.
Por último, el intercambio de saliva en un beso apasionado tampoco es baladí. La saliva de los hombres contiene más testosterona, que funcionaría como un afrodisíaco para las mujeres, predisponiéndolas para un encuentro sexual.
3. REÍR.
El sentido del humor es otro gran misterio de la biología. ¿Por qué sobrevivió a la selección natural? ¿Por qué existen los chistes? ¿Por qué existe Chiquito de la Calzada?
Parece ser que la risa es una especie de pegamento social: no sólo nos sentimos mejor al reírnos, sino que hacemos sentir mejor a los demás, y fácilmente podemos contagiarlos con nuestra risa. Por esa razón se usan las risas enlatadas en las comedias de la tele. Por eso nos reímos más cuando vemos un espectáculo rodeados de cientos de personas. Una persona reirá mucho menos si está sola.
La risa pudo haber nacido como una respuesta fisiológica a las cosquillas, algo que los primates aún conservan. Luego fue evolucionando a medida que nuestro cerebro aumentó de tamaño, hasta que ha conseguido aumentar los niveles de endorfinas, relajar la tensión nerviosa, el estrés, la agresividad, y fortalecía las relaciones.
En la Universidad de Maryland, en Baltimore, se ha estudiado durante una década la risa. Concluyéndose que la gente se ríe mucho más a causa de un comentario banal que por un chiste muy gracioso.
El humor también resulta muy atractivo para las mujeres. Siempre que el humor sea ingenioso y agudo, no basado en imágenes chabacanas o tontas. A su vez, los hombres valoran mucho en las mujeres su capacidad para apreciar el humor porque es un indiciador de receptividad sexual.
Vía | Cristina Sáez
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