Las cuevas litorales de Mallorca han resultado ser una especie de máquinas del tiempo a la hora de evocarnos la historia del clima de la Tierra, como ha recogido la revista Science a propósito de una investigación de las incrustaciones en las cuevas, capaces de datar la subida del mar.
La investigación señala que el nivel del mar llegó a registrar tasas de ascenso-descenso del mar de 20 metros cada 1.000 años (en un periodo que va desde hace 85.400 años a los 76.600 años).
Estas oscilaciones son muy significativas para los paleoclimatólogos, pues permiten adivinar el ritmo de los deshielos en el planeta, además de que ayuda a predecir los comportamientos futuros de las subidas del nivel del mar.
El registro de las subidas del mar se produce gracias a las incrustaciones de calcita depositadas en las paredes, y en estalactitas y estalagmitas. Al incoporar urario y torio, estas incrustaciones pueden datarse, pues son elementos que se desintegran de forma constante y continua en un periodo de tiempo. Como un reloj de arena natural.
Hasta ahora se creía que el crecimiento y descenso de los hielos era un proceso cíclico que sucedía cada 100.000 años, derivado del sistema de rotación orbital de la tierra alrededor del sol y la mayor o menor insolación.
Pero este estudio constata enormes fluctuaciones y pulsaciones. Bogdan Onac, uno de los investigadores, lo explica así:
Todo esto significa que los cambios del nivel del mar alcanzan un ritmo de 20 metros por milenio.
Vía | La Vanguardia
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