Todos los ingenios tecnológicos que nos rodean, desde una bombilla de bajo consumo a una turbina eólica, pasando por los auriculares del iPod (o de la puñetera marca que queráis) no serían posibles si no fuese por China. Pero no hablamos de su obra de mano barata, sino de sus tierras, de sus tierras raras.
Y es que de las insólitas tierras chinas procede nada menos que el 95 % de los minerales básicos para productos tecnológicos.
Las tierras raras o los minerales raros forman un grupo de 17 elementos de la familia de los lantánidos. Su gran capacidad de aplicación en la alta tecnología es indiscutible, y aunque países como EEUU disponen de un 12 % de las reservas de estos elementos (incluso los tienen catalogados como metales de importancia estratégica desde 1981), China es el único país que ha apostado claramente por su exportación.
Y todo ello procede de una mina, situada en la localidad de Baotou, en la norteña provincia de Mongolia Interior, de la que se extrae la mitad del suministro mundial. El resto procede de otras explotaciones del sur de China, así como de Rusia, India y Brasil.
Con una producción de 120.000 toneladas anuales, este yacimiento amenaza con agotar sus recursos en 30 años. De modo que EEUU, que depende militarmente de estos minerales, ha empezado a estudiar la reanudación de las explotaciones que paralizó hace años por su alto coste.
Algunas de las aplicaciones de estas materias clave para el siglo XXI son:
El neodimio: discos duros, lectores de CD y DVD; turbinas eólicas; auriculares iPod.
Lantanio: lentes ópticas para cámaras digitales.
Europio: Pantallas de TV de plasma.
Lanatanio y cerio: Pilas NiMH.
Lantanio y neodimio: batería del motor eléctrico del Toyota Prius.
Neodimio y terbio: bombillas de bajo consumo.
Disprosio: motores eléctricos.
Erbio: fibra óptica.
Vía | La Vanguardia
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