Vértices geodésicos: punteando todo el mundo con placas de metal (III)

Vértices geodésicos: punteando todo el mundo con placas de metal (III)
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Cuando uno está caminando por cualquier lugar por el que hace tiempo que no pasaba, puede que se encuentre con que su restaurante favorito ya ha cerrado sus puertas, o que aquella cascada cristalina donde se bañaba de pequeño ya se ha secado, o incluso que la cumbre que le gusta escalar se ha llenado de basura de otros alpinistas desconsiderados, perdiendo así todo su valor ecológico. Hasta puede que una calle cambie de nombre y que luego nos perdamos en aquel pueblo por el que hace años nos sabíamos orientar con los ojos cerrados. Pero si algo es perdurable en cualquier geografía es un vértice geodésico. Los vértices geodésicos son señales inequívocas, inexpugnables, inamovibles. Como las huellas dactilares del mundo.

El 12 de marzo de 1975 se redactó la Ley de Señales Geodésicas y Geofísicas, que los protege de las inclemencias del tiempo, y también obliga a los alcaldes y ayuntamientos de cada municipio a que custodien sus vértices geodésicos, incluso previniéndolos de actividades que pudieran entorpecer su buen uso, como los actos vandálicos, o la más probable habida cuenta del furor inmobiliario español: que se edifique en los alrededores del vértices, originando obstáculos para el trabajo de los topógrafos, los cartógrafos, los geólogos y los que sólo pretenden contemplar el paisaje sin dar de bruces con un apartamento de veraneo.

En todo caso, la ley también contempla el cambio de emplazamiento del vértice geodésico si el propietario así lo estima oportuno, pero todo gasto que ello genere correrá por cuenta del interesado; eso si la Dirección General del Instituto Geográfico Nacional acepta la solicitud del cambio.

Los vértices geodésicos forman, pues, una red que da la vuelta al mundo, y por tanto en todos los países podemos encontrarlos usando un único sistema de coordenadas. Pero, aunque estos símbolos cartográficos tienen carácter universal, entre ellos puede haber diferencias en la forma o en las inscripciones que llevan grabadas.

Los vértices geodésicos de norteamericanos, por ejemplo, además de llamarse benchmarks y no vértices geodésicos, no son ovalados como los españoles sino redondos. En su inscripción pueden leerse cosas tales como: Colo Dep. of transportation control monument. State HWY. Mile post y un número de serie. Éste, en concreto, corresponde a un vértice de Denver, Colorado.

También existen vértices alta precisión que en España son denominados REGENTE, que es el acrónimo de REd Geodésica Nacional por Técnicas Espaciales. Esta nueva red, diseñada por el Área de Geodesia del Instituto Geográfico Nacional, es una malla de puntos que, a su vez, ya son vértices existentes de Primer Orden escogidos de manera que sólo figure un REGENTE en cada hoja del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50:000. Esto, traducido al lenguaje no-cartográfico, significa que se encuentra un vértice de estas características por cada 500 kilómetros cuadrados.

Pero ¿qué aplicaciones tienen los vértices geodésicos? Lo veremos en la próxima entrega de esta serie de artículos.

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