Diversos estudios demuestran que los científicos, a medida que incrementan sus conocimientos y su excelencia, se apartan de las sendas más trilladas de la fe o directamente se adscriben al ateísmo (o a un deísmo inocuo o a un panespiritualismo incompatible con las religiones tradicionales).
Por ejemplo, Entre los miembros de la Academia Nacional de Ciencias, la creencia en Dios se desploma a un 7 %. Un 72 % no cree en Dios. Y un 21 % es agnóstico.
Los creyentes, sin embargo, disponen de la Biblia para guiar sus pasos. ¿De qué libro disponen los científicos? Muchos de los grandes libros que he leído en mi vida (El mundo y sus demonios, Destejiendo el arcoris, Cómo funciona la mente, El canon, etc.) los he considerado mis verdaderas biblias. Pero gracias a A. C. Grayling puedo escoger una única biblia, una biblia humanista: El buen libro.
Grayling ha recogido las ideas de Aristóteles, Plutarco, Lucrecio, Locke, Voltaire, Newton, Séneca y otros tantos y las ha organizado del mismo modo que se compuso la Biblia: refundiendo, adaptando y editando los textos más importantes, y distribuyéndolos en libros y versículos.
Así pues, tenemos el libro 1, el Génesis. Y luego viene Sabiduría, Parábolas, Concordia, Lamentaciones, Consolaciones, Sabios, Canciones, Historias, Proverbios, El Legislador, Actos, Epístolas y El Bien. Por ejemplo, mirad cómo empieza el Génesis, justo la antítesis de lo que promueve la biblia judeocristiana:
1. En el jardín hay un árbol. En primavera da flores; en otoño, frutos.
2. Su fruto es el conocimiento, que enseña al buen jardinero a comprender el mundo.
3. De él aprende cómo crece el árbol, de la semilla al árbol joven, del árbol joven al maduro, al fin preparado para ofrecer más vida;
4. Y de la madurez a la vejez y al sueño, desde donde se reintegra a los elementos de las cosas.
5. Los elementos, a su vez, alimentan nuevos nacimientos; así es el orden de la naturaleza, y es paralelo al discurrir de la humanidad.
6. De la caída de un fruto de un árbol semejante vino la inspiración para el estudio de la naturaleza de las cosas,
7. Cuando Newton se sentó en su jardín y vio lo que nadie había visto antes: que una manzana atrae a la tierra, y la tierra a la manzana,
8. Mediante una fuerza mutua natural que lo sujeta todo, de los planetas a las estrellas, en un abrazo unificador.
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