Libros que hablen de curiosidades científicas hay muchos, pero la mayoría son continuo reciclajes de preguntas y respuestas típicas. Éste libro es diferente. No sólo porque se limite a las curiosidades del reino animal, sino porque las curiosidades que aborda son ciertamente poco conocidas o especialmente brillantes y divertidas. No en vano, el autor es inglés, y el aroma a humor british atufa a la legua.
El pequeño gran libro de la ignorancia (animal) de John Lloyd y John Mitchinson es un libro que hay que tener. Y además está prologado por Stephen Fry, y eso ya vale su peso en oro. Pero la razón os la explicaré al final: es demasiado idiosincrática para ponerla al principio.
El pequeño gran libro de la ignorancia (animal) trata de quitarnos las ganas para siempre de buscar marcianos: los verdaderos extraterrestres son los animales que nos rodean. Basta con fijarse un poco en ellos.
El libro está organizado y escrito de tal manera que resulta muy ameno de leer: a cada animal se le han reservado dos páginas, todos ellos están organizados por orden alfabético y, los autores, nos explican sólo los aspectos más poco conocidos de su biología o sus costumbres, dejando lo obvio para otra clase de manuales.
¿Creéis saber cómo es un gato o un conejo? Después de leer el capítulo correspondiente a estos animales, descubriréis que en realidad no sabíais nada de ellos. Como tampoco que los albatros pueden volar sin tocar el suelo durante 10 años (incluso duermen volando), las cigarras cantan números primos, las sanguijuelas tienen 34 cerebros, las orcas lloran la muerte de los suyos o que el burro es uno de los animales más valientes del mundo.
El pequeño gran libro de la ignorancia (animal), aunque convierte a los animales comunes en criaturas más sofisticadas y exóticas que cualquier alienígena inventado por un novelista, también es un excelente desmitificador de ideas que albergamos sobre algunos animales.
Por ejemplo, el delfín. El delfín debe de ser uno de los animales que mejor prensa tiene. Pero este exceso de benevolencia hacia los delfines ha provocado que popularmente se les considere criaturas muy inteligentes, amigos de las bromas y de las risas e iconos de la paz y el amor. El símbolo de la ecología. Pero también tiene una parte oscura que no suele salir a la luz. Hay grupos de machos que violan a las hembras. Otros grupos de delfines son capaces de golpear marsopas hasta matarlas sólo por diversión. A veces, también practican el infanticidio.
Y ahora viene la razón de que este libro sea especial para mí. Es especial porque está prologado por Stephen Fry, que, como os señalé ya en el que podríamos considerar la primera parte de este libro (El pequeño gran libro de la ignorancia), Fry pertenece a una troupe de cómicos ingleses a los que les rindo pleitesía.
Todo empezó con los Monty Python, de los que me declaré fan incondicional. Más tarde descubrí la serie de televisión The Black Adder. ¿Qué relación guardaban? Pues que Stephen Fry era amigo tanto de los Monty Python como de Hugh Laurie (actor en The Black Adder y ahora célebre por su papel en House). Y es que Stephen Fry (prologuista del libro que nos ocupa) me encanta. ¿No habéis leído su biografía? Deberíais: comediante nato, homosexual a mucha honra, estuvo en la cárcel, y ahora se ha convertido posiblemente en el mejor divulgador de ciencia y cultura en general de toda Gran Bretaña (cuando estoy por Inglaterra he visto especiales sobre música a piano presentados por Fry que duraban horas... y también he visto a Fry en debates sobre la existencia de Dios junto a personajes como Christopher Hitchens.)
Y bueno, todo esto empezó a gustarme todavía más cuando visité Escocia, concretamente la exquisita ciudad de St Andrews, de cuya imponente Universidad fue rector John Cleese (integrante de Monty Python), de 1970 a 1973, revolucionando muchas de sus inmutables costumbres. ¿Y qué pinta aquí el autor del libro que nos ocupa, es decir, John Lloyd? Pues que es gran amigo de Fry, y también es productor de The Black Adder, y de otras series británicas indispensables, y además, estudiando en Cambridge, se hizo amigo, y más tarde compartió un apartamento, con Douglas Adams, sí, el desopilante autor de Guía del autoestopista galáctico.
Y podría seguir tirando del hilo, pero no seguiré para no aburriros. Eso sí: leed el libro. No os arrepentiréis.
Editorial Paidós Colección Contextos 224 páginas ISBN: 978-84-493-2238-9
Ver 3 comentarios