¿Se puede divulgar sobre energía nuclear aludiendo a películas como Austin Powers o Regreso al futuro o series como Los Simpson? Sí, se puede. ¿Se puede divulgar sobre energía nuclear defendiéndola desde una postura ecologista? También se puede. ¿Se puede divulgar sobre energía nuclear con pasión, entrega, ilusión y un buen aderezo en forma de simpáticos dibujos explicativos?
La energía nuclear salvará el mundo, escrito por Alfredo García (el mítico ya @OperadorNuclear de Twitter) demuestra que todo eso es posible. Y que, a pesar de tener un título tan atrevido, incluso incómodo para algún acólito o apologeta de Greenpeace, también es posible poner los pros y los contras delante del lector para que sea este el que se forme su propia opinión.
Porque en lo tocante a la energía nuclear, como en muchos otros asuntos, la información debe prevalecer sobre el adoctrinamiento, el miedo y los mensajes maniqueos, esos que cabe holgadamente en una chapa reivindicativa.
Un libro necesario
Digamoslo ya desde el principio: muchos estábamos esperando este libro. Los que llevamos ya unos años siguiendo de cerca la labor de Alfredo en Twitter, sabíamos que todos esos inventivos y virales hilos que eran capaces de verter tonelades de pedagogía sin resultar pedantes o convertir en asequible lo abstruso sin sacrificar el rigor debían recogerse en un libro.
Unos hilos audaces, llenos de datos que te hacen explotar la cabeza (como que comer un plátano produce mayor dosis radiactia que vivir un año junto a una central nuclear)... y encima sufeando elegantemente sobre trolls y haters, al más puro estilo del quijotesco "ladran, luego cabalgamos".
Y ha pasado, el libro se ha materializado. Con el añadido de que volumen recoge lo que muchos ya habíamos leído en sus tuits más muchas otras cosas que no sabíamos: una primera parte de ciencia y tecnología donde se ofrece información sobre el funcionamiento de la energía nuclear; una segunda parte abordando los accidentes (Fukushima no causó muertes por radioactividad, por ejemplo, sino que estas fueron fruto del propio miedo, la histeria colectiva); una tercera parte que se centra en qué hacemos con los residuos y cuán peligrosos son; una cuarta parte sobre las controversias más sonadas (con Greenpeace asomando el hocico); una quinta parte sobre las perspectivas; y una quinta parte sobre las soluciones.
Estamos, pues, ante la versión supervitaminada de lo que ya Alfredo nos había contado, sin prescindir de las ya clásicas ilustraciones de su hijo Álvaro, y, como guinda del pastel, un flamante prólogo del físico de partículas Javier Santaolalla.
Como muestra de lo que podéis encontraros a lo largo del texto, hemos leído un fragmento del libro en el que se hace una bonita referencia a un cuento de Isaac Asimov:
La opinión popular sobre la energía nuclear está sujeta a los arbitrios de la cultura vigente y los medios de comunicación, sobre todo películas agoreras. Es lo mismo que sucede con tantas otras opiniones populares sobre el funcionamiento de la homeopatía, los pesticidas, los transgénicos o el WiFi. Opiniones que son fruto de la naturaleza epidemiológica de los memes engranada con la naturaleza darwiniana de los genes. Lo que en román paladino traduciríamos como casualidad.
Pero las ideas que nacen de la casualidad no suelen ser las mejores ideas. Estés de acuerdo o no con la energía nuclear, tus ideas deben fundarse en los datos, las evidencias, las estadísticas, el funcionamiento de un reactor, las medidas de seguridad que se toman, los posibles riesgos, las contrapartidas de no asumir tales riesgos... incluso el funcionamiento elemental de la misma física.
La energía nuclear salvará el mundo: Derribando mitos sobre la energía nuclear (No Ficción)
Tal vez sean aclaraciones de perogrullo para los expertos, como el "dorar el oro refinado, pintar el lirio, lanzar perfume a una violeta" de Shakespeare, pero sin duda sorprenderán a legos y tal vez enarque alguna ceja escéptica: ¿la energía nuclear es más ecológica? ¿en serio?
Porque, después de todo, a la hora de tomar decisiones, hay que comparar los riesgos y los beneficios antes de adoptar ciegamente una tecnología o prescindir de ella. Y hay que hacerlo teniendo en cuenta todos los factores, y no solo los más obvios, como bien advierte el químico y divulgador científico italiano Luigi Garlaschelli en El "científico loco": Una historia de la investigación en los límites:
Queremos viajar rápidos y seguros, pero no se desean autopistas que estropeen el paisaje; queremos bienes de consumo, pero no vertederos ni incineradoras; no queremos lo nuclear, considerado peligroso, pero tampoco los pantanos para producir energía eléctrica; queremos energías alternativas, pero no se aceptan paneles solares o energía eólica; queremos mucha comida, pero no fertilizantes, antiparasitarios ni conservantes; queremos fármacos, pero no aceptamos la experimentación con animales. Por desgracia, no existen beneficios sin contraindicaciones.
En definitiva, y tal y como señaló el pionero de la Inteligencia Artificial y Premio Nobel Herbert Simon, todos vivimos con una racionalidad limitada: información escasa, tiempo escaso y hardware imperfecto. Libros como el de Alfredo García permiten corregir al menos dos de esos factores, quizá incluso los tres.
Alfredo García Fernández es divulgador de ciencia y tecnología nuclear, Premio de Comunicación de la Sociedad Nuclear Española y un activo defensor del papel de la energía nuclear como herramienta de mitigación del calentamiento global. Es ingeniero técnico de telecomunicaciones, licenciado en Comunicación Audiovisual y tiene las licencias de Operador y Supervisor, otorgadas por el Consejo de Seguridad Nuclear y necesarias para operar en la Central Nuclear de Ascó, en Tarragona (España).
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