Libros que nos inspiran: 'Lector, vuelve a casa', de Maryanne Wolf

Libros que nos inspiran: 'Lector, vuelve a casa', de Maryanne Wolf
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Este libro es una delicia. No solo porque es una muestra de amor hacia la lectura, larga, sostenida, cognitivamente desafiante y, sobre todo, en un formato que no esté lleno de hipervínculos. También porque es una exposición de la literatura científica actual a propósito de cómo la lectura en pantallas está cambiando nuestra forma de leer, más superficial, anecdótica.

En Lector, vuelve a casa no sólo encontraréis páginas de neurociencia o genética, sino también de literatura y lingüística, así como fragmentos de obras de la literatura universal y experiencias personales de escritores y lectores de todos los tiempos.

Pantallas

La arquitectura abierta es el término que emplean los informáticos para referirse a un sistema lo bastante versátil para cambiar o reorganizarse a fin de adaptarse a las demandas variables que recibe. Pues bien, dentro de los límites de la herencia genética, nuestro cerebro es un ejemplo de arquitectura abierta. Y gracias a ello, hemos conseguido aprender a leer, mejorando lo que la naturaleza nos proporcionó en primera instancia.

Esto es una de las tantas cosas que plantea la autora de Lector, vuelve a casa, Maryanne Wolf, y todo ello sin separar el libro el diversas partes: una para la ciencia, otra para las letras, otra para las anécdotas. No, lo que la autora ha conseguido es entretejer todas estas disciplinas de manera armónica, convirtiéndola en una sola, alfanumérica, total, integradora, como debe ser.

Por eso, el libro ha sido fuente de inspiración en entradas de Xataka Ciencia como No estamos hechos para leer y hacerlo es tan antinatural que precisamente por eso hemos de luchar por conservarl la lectura.

Lector, vuelve a casa: Cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas (Sin colección)

En la última década, la manera en que procesamos el lenguaje escrito ha cambiado de manera radical. Vivimos rodeados de pantallas, en muchos casos nos hemos vuelto adictos a ellas, y eso ha suscitado múltiples preocupaciones acerca de cómo eso está cambiando nuestro cerebro y, sobre todo, el de nuestros hijos.

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