Cuando Jared Diamond proyectó el presente libro, El mundo hasta ayer, lo hizo con una generosa dosis de ambición, como viene siendo habitual en sus libros anteriores, como Armas, gérmenes y acero o Colapso.
Aquí Diamond, nada menos, abordaa todos los aspectos de la cultura humana, de todos los pueblos del mundo, durante los últimos 11.000 años.
Civilizaciones
Pero ¿cuál es la razón última de indagar acerca de las formas de vivir de pueblos del pasado? Jared Diamond sostiene que, si bien la mayoría no nos aportarán nada, porque ya han sido superados, algunas soluciones o maneras de operar de las sociedades tradicionales tal vez podrían recuperarse para subsanar problemas que nos acucian en las sociedades modernas.
Para ello, Diamond ha seleccionado nueve ámbitos repartidos en los once capítulos a fin de ilustrar cómo podemos aprovechar de distintas formas nuestros conocimientos sobre sociedades tradicionales: los peligros y la crianza de los hijos, el trato de los ancianos, los idiomas y el poliglotismo, los estilos de vida saludables, la resolución pacífica de conflictos, e incluso asuntos que tienen que ver con lo religioso y lo espiritual. Finalmente, Diamond centra dos capítulos en el proceloso tema de la guerra, entre otras cosas para descubrir que los índices de violencia se gestionan mejor gracias a un Estado moderno.
El mundo hasta ayer: ¿Qué podemos aprender de las sociedades tradicionales? Premio Pulitzer por Armas (Ensayo | Historia)
Para radiografiar todo lo anteriormente expuesto, Diamond se concentra en bandas y tribus de agricultores y cazadores-recolectores a pequeña escala, sobre todo asociadas a Nueva Guinea y otras islas adyacentes del Pacífico, que son las que domina el autor, y porque Nueva Guinea ofrece una gran diversidad cultural: es el hogar exclusivo de 1.000 de las 7.000 lenguas que existen aproximadamente en el mundo, y también alberga la mayor cantidad de sociedades que, aún hoy, siguen fuera del control de los gobiernos de Estado.
Así, conducidos por la erudita prosa de Diamond, descubriremos cómo viven los Dani, los Fayu, los Daribi, los Enga, los Fore, los Hinihon, los Kaulong, pero también a tribus australianas como los Yolngu, los Kunai o los Wiil, a tribus de Eurasia como los Agta, los Aino y los Nganasan, y a tribus africanas como los Hadza, los ¡kung o los Turkana.
El mundo hasta ayer, pues, es monumental, tanto en número de páginas como en temas tratados, aunque se echen de menos asuntos como el arte, la cognición, la conducta cooperativa, las relaciones de género, el matrimonio o las prácticas sexuales (¿tal vez para una segunda entrega?). Y, de añadidura, un mayor desarrollo del capítulo dedicado a la lingüística y, sobre todo, al análisis del progresivo descenso de la diversidad de lenguas, que de largo me ha parecido el más flojo del volumen.