El poder de la autosugestión, la confianza en uno mismo y los condicionantes ambientales se han revelado como muy influyentes a la hora de poner en evidencia nuestras destrezas intelectuales, bajo el mismo hechizo que operaba la pluma que sujetaba Dumbo para volar.
Las mujeres, por ejemplo, muestran una competencia similar en matemáticas a los hombres cuando las baterías de tests evitan el sesgo sexual; los negros obtienen puntuaciones inferiores en los tests de CI que los blancos porque ellos creen que, como negros, son intelectualmente inferiores; las personas que, antes de enfrentarse a un examen, escuchan a un profesor universitario obtienen mejores resultados que los que escuchan a un grupo de Hoolingans.
En consecuencia, que nuestra fecha de nacimiento coincida con la fecha de nacimiento de un matemático eminente (y que nosotros estemos informados de ello) incrementa nuestras competencias a la hora de resolver un problema matemático.
Es lo que comprobaron Geoff Cohen y Greg Walon, que entregaron a sus alumnos de Yale una breve biografía de un hombre llamado Nathan Jackson, un célebre matemático. En la mitad de los casos, se aseguraron de que el compleaños de Jackson coincidiera con el del alumno que leía la biografía. Los alumnos con aniversarios coincidentes resolvieron los problemas un 65 % más rápido que el resto de alumnos, tal y como explica Daniel Coyle en The Talent Code: Greatness Isn´t Born. It´s Grown. Here´s Now.
Ver 7 comentarios