Uno de los aspectos más interesantes de grafeno es la estrecha relación entre sus propiedades estructurales y electrónicas. La interacción de ambas ha sido descrita con éxito por el modelo de curvatura y deformaciones elásticas de campos de ficticios.
Estos campos se han convertido en una realidad experimental después de la observación de los niveles de Landau que se pueden formar en el grafeno debido a la tensión.
Una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha diseñado un experimento que permite medir el efecto que las deformaciones presentes en una estructura de grafeno provocan sobre los electrones que discurren por él.
Las irregularidades en este material generan un efecto similar al que provoca un campo magnético.
La investigación, que ha sido publicada en la revista Nature Physics, propone un camino cerrado para los electrones mediante dos impurezas y un microscopio de efecto túnel que es capaz de medir estas interferencias.
Dichas perturbaciones cambian cuando en el interior de la región delimitada por el camino hay deformaciones elásticas.
El artículo propone utilizar este modelo para medir tensiones muy pequeñas localizadas en regiones también muy pequeñas del grafeno.
El trabajo se basa en el efecto Aharonov-Bohm, descrito en 1959, que permite detectar la presencia de un campo magnético en una región del espacio sin medir directamente sobre ella.
Este efecto predice que el flujo magnético se puede detectar a través de la observación de las interferencias cuánticas de electrones que viajan a su alrededor, en una región donde el campo es nulo.
Este experimento es de naturaleza estrictamente cuántica y no tiene análogo clásico
Señala la responsable del estudio, la investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencia de Materiales que ha participado en el trabajo María Ángeles Vozmediano.
Vía | CSIC