¿Cómo saber si estás loco?

¿Cómo saber si estás loco?
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Una vez leí una pregunta más o menos infalible para determinar si una persona está loca. La pregunta era más o menos así: Marco Polo realizó tres viajes en barco y, en uno de los tres, murió. ¿En cuál de ellos?

Lejos de pruebas un tanto romas para localizar algún problema mental (o una falta de concentración descomunal), lo cierto es que la definición de locura está en continuo debate entre los psiquiatras.

Por ejemplo, hasta 1974 la homosexualidad era considerada un trastorno mental. Después de ese año, tras superar la votación de los especialistas americanos, miles de personas dejaron de ser diagnosticados como enfermos de la noche a la mañana.

Aunque las imágenes con resonancia magnética, la genética y la biología molecular ayudan a los psiquiatras a detectar alteraciones en la forma y en la función del cerebro a fin de afinar al máximo su diagnóstico, los diagnósticos difícilmente son concluyentes pues se elaboran partiendo de determinadas agrupaciones de síntomas.

De esta manera, la línea entre salud y enfermedad sigue siendo difusa. Algo, por cierto, que interesa a la industria farmacéutica a fin de poder vender más pastillas para enfermedades que quizá no son tales. Por ejemplo ¿cuándo un niño es hiperactivo y, en consecuencia, debe medicarse? ¿Y si en muchos casos se trata de una actividad motriz excesiva que puede calmarse con una buena dosis de deporte? ¿La timidez es un rasgo del carácter o una patología social?

En 1968 se realizó un curioso experimento sobre la locura que fue publicado por en la revista Science.

David Rosenhan, de la Universidad de Stanford, en California, junto a 12 colegas suyos, se disfrazaron de vagabundos y se presentaron en distintos centros psiquiátricos. Todos ellos contaron una historia similar: que oían voces “roncas”, “huecas” y “vacías” que no entendían en absoluto.

Estos signos no se corresponden con los síntomas de ninguna enfermedad mental. No obstante, los mendigos de mentira fueron internados, y en unas semanas les dieron el alta, a la mayoría con el diagnóstico de “esquizofrenia en remisión”.

Pero hay algo más. ¿Recordáis la película de Jack Nicholson El nido del cuco, basada en una novela de Ken Kesey del mismo título? Pues pasó algo parecido. Los falsos pacientes fueron atiborrados a pastillas durante esas semanas de internamiento. En total: 2.100 comprimidos de los preparados más diversos.

Con todo, lo más esclarecedor fue la segunda parte del experimento. Enviaron a 193 enfermos mentales auténticos. El 10 % fue expulsado del centro bajo el pretexto de que estaban más sanos que una manzana.

Vía | Quo

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