El paracetamol es uno de los fármacos más consumidos y prescritos debido a la eficacia y seguridad que tiene. Podemos encontrar este principio activo en múltiples formatos, en comprimidos, comprimidos efervescentes, cápsulas, sobres...
Sin embargo, un estudio reciente sugería que el consumo de este fármaco sí que podría estar ocasionando efectos sociales, pues podría estar reduciendo la empatía de la personas mientras lo están tomando.
Empatía
Llamamos empatía a la participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona. Es decir, que la empatía es uno de los elementos principales para consolidar nuestras relaciones con los demás, y también un freno de nuestro egoísmo o nuestro narcisismo. Pero ¿y si el paracetamol estuviera reduciendo este rasgo psicológico tan importante?
En un estudio dirigido por Dominik Mischkowski, 114 participantes recibieron 1.000 miligramos de paracetamol o un placebo. Después de una hora, los participantes observaron cuatro escenarios que describían a dos hombres y mujeres que tuvieron una experiencia positiva. Mientras observaban cada escenario, los participantes calificaron cuán de positivos experimentaron los escenarios, cuánto placer pensaban que experimentaban las personas que aparecían en cada escenario, cuánto placer experimentaban los propios participantes ante estos escenarios y cuánta empatía tenían por las personas que aparecían en ellos.
El estudio encontró que, si bien el paracetamol reduce el placer personal y los sentimientos empáticos, no tiene ningún efecto sobre las percepciones del placer y la positividad.
Los científicos saben que el paracetamol mitiga el dolor físico al reducir la actividad en ciertas áreas del cerebro, como la corteza insular, que juega un papel importante en nuestras emociones. Estas áreas también están involucradas en nuestra experiencia de dolor social, y curiosamente, el paracetamol puede hacernos sentir mejor después experimentar algún tipo de rechazo social por parte de los demás.
Medicamentos y estado de ánimo
Todos estamos familiarizados con los efectos de muchas drogas ilegales, sin embargo los fármacos que prescriben los facultativos también pueden llegar a tener importantes efectos en la conducta de los pacientes. Desde el paracetamol hasta los antihistamínicos, las estatinas, los medicamentos para el asma y los antidepresivos, hay cada vez más evidencia de que pueden hacernos más impulsivos, más enfadados o más inquietos, y cambiar otros parámetros de nuestra personalidad.
Por ejemplo, varios estudios han respaldado un posible vínculo entre la irritabilidad y las estatinas (un grupo de fármacos usados para disminuir el colesterol y los triglicéridos en sus distintas formas), incluido un ensayo controlado aleatorio, que involucró a más de 1.000 personas. Se descubrió entonces que el fármaco aumentó la agresividad en mujeres posmenopáusicas, aunque, curiosamente, no en hombres.
Un caso extraño fue el del Pramipexole un medicamento que se suministraba en 2001 para tratar a los enfermos de Parkinson: muchos de los pacientes, incluso los que nunca habían manifestado interés por el juego, se tornaron ludópatas.
Una razón por la cual los medicamentos pueden tener tanta influencia psicológica es que el cuerpo no es solo una bolsa de órganos separados, inundados de productos químicos con funciones bien definidas, sino que es una red en la que se vinculan muchos procesos diferentes.
Técnicamente, el paracetamol no está cambiando nuestras personalidades, porque los efectos solo duran unas pocas horas y pocos de nosotros lo tomamos continuamente. Pero Mischkowski enfatiza que necesitamos estar informados sobre las formas en que nos afecta.
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