Quienes solemos viajar largas distancias, ya sea en avión, en tren o en autobús, solemos desesperarnos por la incomodidad de los transportes, que parecen diseñados para tener a los pasajeros embutidos en los asientos con el fin de casi no necesitar el cinturón de seguridad (algo, por otra parte muy necesario y con poco uso en los autobuses y la no existencia en el tren). Esto es todavía más cierto para la gente de cierta envergadura, ya sea a lo alto o a lo ancho. A mi, que paso (por poco) del metro ochenta y algo, el asiento del pasajero de delante mia me hace el viaje totalmente doloroso, si hablo del autobús.
Muchas veces nos encontramos con que las piernas nos duelen, notamos que estamos agarrotados y que necesitamos estirarnos. Esto es, o puede ser debido al efecto que la postura produce en nuestra circulación. La sangre puede llegar a coagularse (simplemente un principio de coagulación, o trombo), y si la cosa pasa a mayores, podemos incluso toparnos con verdaderos trombos e incluso embolia pulmonar (si los coágulos pasan al torrente sanguíneo y llegan a los pulmones).
Las causas de estos coágulos pueden ser varias: la falta de oxígeno y las bajas presiones, así como los largos períodos sentados en la misma posición favorecen los coágulos. Las primeras causas fueron apuntadas en su momento por montañeros con experiencia en el Himalaya, mientras que la última se asocia facilmente a la clase turista en general.
Precisamente, las tres parecen juntarse en los largos vuelos en avión, siempre que no hablemos de primera clase, donde teóricamente todo es más cómodo. William Toff, cardiólogo de la Universidad de Leicester en el Reino Unido, y su equipo de investigadores se propusieron dilucidar si el riesgo de padecer estos síntomas era mayor, igual o menor viajando en tren que en avión.
Como en todos los estudios de este tipo, el equipo utilizó un grupo de voluntarios de diferentes rangos de edades y en diferente número en cada uno, para representar lo mejor posible la distribución de viajeros real, incluso con algún caso particular. 73 voluntarios repartidos de la siguiente manera: 49 personas (en general) entre 18 y 40 años, 12 personas de 50 años o mayores y 12 mujeres tomando anticonceptivos. Todos ellos con buena salud, fueron alojados en un simulador de vuelo durante ocho horas, y en dos tandas simulando dos escenarios: uno a nivel del mar, y otro en condiciones similares a una altitud de 2400 metros sobre el nivel del mar.
Los resultados de los análisis de sangre de los voluntarios no arrojaron diferencias significativas (que fuesen provocadas por los cambios en la presión y composición del aire). Eso, estando sanos. Sin embargo, es muy recomendable ejercitar o mover las piernas de cuando en cuando para evitar los trombos provocados por el tiempo excesivo en los exiguos asientos de los medios de transporte, cosa facil de hacer en el tren, en el avión y, no tanto, en el autobús.
Vía | Science Now