En lo que se refiere al "manejo" de la menstruación, las mujeres suelen dividirse entre aquellas que prefieren las más tradicionales compresas desechables y las que se decantan por la mayor independencia que otorgan los tampones. Entre las que no aprecian la segunda opción, muchas lo hacen por miedo, y es que la sabiduría popular asegura que los tampones pueden provocar infecciones e, incluso la muerte. La mala prensa que sufren estos elementos higiénicos se debe al síndrome del shock tóxico estafilocócico (SST), cuyas consecuencias han quedado grabadas en el subconsciente colectivo.
El SST se debe a la acción de una toxina producida por algunas bacterias de la familia de los estafilococos. Los organismos del género Staphylococcus son bacterias que se tiñen con la tinción de Gram, aerobias, de forma esférica y que se agrupan formando racimos (en griego, staphyle). En el grupo se incluyen desde bacterias completamente inocuas, hasta algunos de los patógenos más importantes de la medicina, como el Staphylococcus aureus.
La virulencia de los estafilococos, determinada por su pared celular, que puede inhibir la fagocitosis, diversas actividades enzimáticas y la secreción de exotoxinas, le lleva a producir una amplia gama de infecciones superficiales (impétigo, foliculitis), profundas (neumonía, osteomielitis, endocarditis) y cuadros tóxicos mediados por las toxinas a las que me refería antes. Es precisamente en este último apartado donde incluimos el SST.
Concretamente, el SST está causado por la toxina TSST-1, que producen determinadas cepas de estafilococo dorado. Esta secreción tiene actividad pirógena (provoca fiebre), hipotensora, dermotropa (tiene tendencia a afectar a la piel) y enterotóxica (también daña el intestino), y se caracteriza por producir un cuadro agudo de fiebre alta, con descamación dérmica y eritema difuso, dolor e hipotensión, que termina derivando en una clínica de fallo multiorgánico con insuficiencia renal, hepática, signos neurológicos, etc. Esta enfermedad puede ser mortal hasta en el 50% de los casos.
Inicialmente, se asoció el SST a pacientes menstruantes que usaban tampones superabsorbentes. Parece que el cuadro derivaría de la presencia de estafilococos en los materiales con los que se producían los tampones y en la isquemia local que podría provocar este tipo de útiles. Cuando se determinó esta asociación en la década de los 80s, se tomó la determinación de desaconsejar el uso de estos tampones superabsorbetes, así como de pedir a los fabricantes que extremaran las condiciones de su manipulación para evitar la presencia de las bacterias.
En la actualidad, el SST es una enfermedad rara, que gracias a la prevención, sólo se asocia a la menstruación en la mitad de los casos. En los últimos años ha aumentando la frecuencia relativa de SST en contextos de taponamientos con gasas en epistaxis (sangrado nasal), infecciones cutáneas, osteomielitis o infecciones de herida quirúrgica.
Así pues, aunque es cierto que el uso de tampones supone aceptar un riesgo mínimo (¿qué no lo tiene?) de que se produzca un síndrome de shock tóxico, las posibilidades de que este se dé son muy bajas, gracias a las acciones llevadas a cabo por los fabricantes y a la labor preventiva de las políticas sanitarias. A pesar de eso, se sigue desaconsejando el uso de tampones altamente absorbentes y es preferible cambiar frecuentemente el tampón a lo largo de la menstruación, e incluso hacer uso de este medio sólo de forma intermitente durante el período.
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