Egoísmo o altruismo, cada ser humano posee ciertas dosis de ambos conceptos, sin embargo, los hay que tienen uno de los dos conceptos muy desarrollados. Según los datos que nos proporciona una investigación científica del Centro Médico de la Universidad Duke (Estados Unidos), el altruismo de una persona reside en el córtex temporal superior del cerebro.
En dichas investigaciones se emplearon escáneres cerebrales con los que los científicos comprobaron qué zonas cerebrales se activaban ante una conducta egoísta o altruista. Se monitorearon a 45 personas mientras jugaban a un juego informático, a los que simplemente miraban como alguno de los compañeros del grupo jugaban y a los que observaban cómo jugaba el ordenador solo. Se le prometió al que ganara una suma de dinero para que fuera donada a una obra de caridad seleccionada por el jugador.
A través de las imágenes generadas por la resonancia magnética funcional, se comprobó que en la zona del cerebro mencionada se generaba mayor actividad cuando contemplaban cómo jugaban los demás que cuando eran ellos mismos quienes jugaban. Según los investigadores, esta zona cerebral es activada ante las relaciones sociales y partiendo de la actividad, se categorizó en grados de altruismo utilizando los datos de los escáneres y los datos obtenidos por diversos cuestionarios que se realizaron para conocer el grado de compromiso social para con los demás.
A más actividad, mayor probabilidad de que la persona sea altruista. Se trata de un paso más para conocer las relaciones sociales y el por qué de la cooperación entre las personas, existiendo o no, recompensa a cambio. El estudio además permitirá comprender ciertos desordenes como el autismo o la esquizofrenia entre otros, donde existe un gran déficit para percibir el entorno.
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