Un estudio inglés, publicado en la revista Archives of Internal Medicine, estableció que las personas que realizan actividad física son biológicamente hasta 10 años más jóvenes que los que llevan una vida sedentaria. Para poder determinarlo, se observaron las diferencias en un grupo de 2400 mellizos, catalogados según el nivel de actividad.
“Una vida sedentaria incrementa la propensión a padecer enfermedades asociadas con el envejecimiento y una muerte prematura”, afirma Tim D. Spector y sus colegas en las conclusiones del estudio. La inactividad parecería disminuir la expectativa de vida, no sólo por ser causante de enfermedades sino porque también influiría directamente en el proceso mismo de envejecimiento.
Para poder determinar la “edad biológica” de una persona, se deben estudiar los telómeros: porciones de ADN que se encuentran en los extremos de los cromosomas y que año a año van disminuyendo su longitud; cuánto más cortos sean mayor será la edad biológica del sujeto. Ya se sabía que enfermedades asociadas con el estrés oxidativo, como la enfermedad coronaria arterial, la diabetes, la osteoporosis, etc. eran causa de esta reducción de longitud de los telómeros.
En el estudio se observó que en las personas que realizaban actividad física los telómeros mantenían una mayor longitud, comparable con el de personas hasta 10 años más jóvenes pero que llevaban vidas sedentarias. Esto sugiere que el ejercitamiento reduce el impacto del estrés oxidativo. Lo que queda por determinar es el impacto que tiene el estrés psicológico en el envejecimiento.
Los científicos concluyen, además, que para obtener estos beneficios del ejercicio se deben practicar por lo menos 30 minutos de actividad física de intensidad moderada 5 veces a la semana.
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