Aunque cuando hablamos de ciencia siempre nos imaginamos a gente en un laboratorio trajinando matraces aforados, erlenmeyers y otros recipientes cargados con líquidos de colorines, la realidad es distinta y, aunque el que de la cara sea el científico que se dedica a realizar PCRs, Western Blots y otras pruebas para descubrir nuevas proteínas relacionadas con tal enfermedad o lo que sea, también existen otras figuras más allá de este mismo, como la del científico divulgador.
En este sentido nos encontramos que con cada descubrimiento que se realiza la ciencia avanza un poquito hacia delante, pero algunos de estos pasos hacia delante requieren plantearse ciertas cuestiones relacionadas con la (bio)ética y moral y, es en estos casos, cuando entra en juego la figura del “filósofo científico”.
Para el caso que nos ocupa hoy, la clonación humana y sus implicaciones morales y éticas, inicialmente explicaremos un poco por encima varias razones por las cuales alguien querría clonar a otro ser humano y, después nos centraremos en el conflicto de libertades que se derivaría de esta técnica.
Clonación: ¿por qué?
Puede haber miles de motivos por los cuales una persona querría clonar a otro ser humano, así que sería imposible listarlas todas aquí, aún así, hemos hecho un esfuerzo de síntesis y hemos elegido unas pocas que pueden dividirse según su realismo.
Situaciones poco realistas
En este grupo englobamos varios motivos de dudosa moral y difícil realización que, curiosamente están relacionados en casi su totalidad con el Movimiento Raeliano, una secta que cree que unos extraterrestres muy avanzados científicamente crearon vida en la Tierra mediante ingeniería genética.
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Deseos de inmortalidad: Claude Vorilhon – más conocido como Raël -, líder de la secta antes mencionada, cree que se puede llegar a alcanzar la inmortalidad mediante la clonación de uno mismo, aunque implicaría que los científicos desarrollasen dos técnicas para ello, una que permitiese hacer crecer un cuerpo desde el estado embrionario a un estado adulto en pocas semanas y otra que consiguiese transferir la memoria y personalidad del individuo original al clon maduro.
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Egocentrismo: personalidades narcisistas podrían hacer uso de la clonación para satisfacer su egocentrismo.
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Mercantilismo y geniocracia: se podría intentar clonar a personalidades del mundo del deporte para intentar sacar beneficio con las mismas, o, volviendo a la secta de los raelianos, intentar clonar a célebres científicos y pensadores para que nos gobernasen en lo que sería una geniocracia. Pero como bien sabréis – aplicable para amabas situaciones -, aunque una persona esté predispuesta genéticamente a desarrollar músculos más rápido u otras características, el ambiente influye muchísimo.
Situaciones relativamente discutibles
Este grupo englobaría suposiciones un poco más razonables pero que, como describimos a continuación, podrían desembocar en problemas psicológicos para alguna de las partes.
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Familiar o hijo moribundo: se trataría de clonar a un familiar o un hijo para intentar sustituir su pérdida, pero en ambos casos supondría serios problemas en cuanto a la relación madre-clon. Por ejemplo, en caso de conseguir clonar al que un día fue su marido seguramente la madre intentaría influenciar al clon para que se pareciese a la persona fallecida, privándole de su libertad de autodeterminación, que comentamos más adelante.
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Esterilidad masculina: en caso de que el padre no pudiese tener hijos, la clonación para obtener hijos genéticamente propios sería una opción, pero las implicaciones emocionales y psicológicas también podrían ser devastadoras, puesto que el clon vería reflejada su futura decadencia al ver a su padre y, en el caso del padre, rememoraría viejos tiempos y vería lo que un día habría podido ser su vida y finalmente no fue.
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Banco de órganos: existen casos en los que el hijo único de una familia ha enfermado y, la única cura ha venido en forma de un segundo hijo seleccionado entre varios embriones (fecundación in vitro). En el caso de poder clonar a un ser humano, se podría hacer algo similar (con él o con sus células madre, si la ciencia estuviese suficientemente avanzada), pero si el clon llegase un día a enterarse del motivo real que motivó su nacimiento, probablemente también debería enfrentarse a terribles problemas psicológicos derivados de una más que probable crisis de identidad y, sobretodo, el darse cuenta que el único fin de su vida ha sido curar a su “original”.
Conflicto de libertades
Más allá de los problemas psicológicos que ya hemos planteado que podrían surgir sobretodo para los casos más discutibles, nos encontramos también con que el hecho de prohibir o permitir la clonación representa menoscabar la libertad tanto para los progenitores como para los clones.
Derecho a la libertad reproductiva
La clonación se puede considerar como parte de las tecnologías reproductivas y, puesto que existe el derecho a la libertad reproductiva, en el que se aceptan el derecho a la libre procreación y las diferentes tecnologías reproductivas (fecundación in vitro) como una opción de procrear, si se prohibe la clonación de humanos se estarían violando los derechos reproductivos aprobados por la ONU y la OMS el año 1968 en Teherán.
Derecho a la autodeterminación personal
Así mismo, como individuales que somos, todos tenemos derecho a elegir quién queremos ser y, aunque la influencia de los padres es muy importante durante el desarrollo de la persona, ¿la clonación es una línea que no se debería cruzar?
Debate bioético
Actualmente se sigue debatiendo qué derecho debería prevalecer, si el de los padres a reproducirse o el de los clones a decidir libremente quién quieren ser.
Por un lado, Derek Parfit, filósofo británico especializado en ética y personalidad, cree que solo se pueden debatir cuestiones morales y éticas sobre individuos que ya existen, por lo que debería prevalecer la libertad reproductiva bajo el principio PAP (Person Affecting Principle).
Por otro, Joyce Havstad, basándose en un principio que ha bautizado como X, afirma que las decisiones que tomamos hoy pueden afectar a futuras personas, por lo que se debe tener en cuenta el derecho a la autodeterminación de los futuros clones.
Estas cuestiones también sacan a relucir el problema de la no-identidad también anunciado por Parfit, en el que se nos insta a pensar si es preferible existir con problemas psicológicos o, ni si quiera existir.
Vía | Human Reproductive Cloning: A Conflict of Liberties de Joyce C. Havstad
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