La automedicación es peligrosa y el diagnóstico de nuestras salud a través internet propicia la cibercondria. En un mundo perfecto, pues, los facultativos deberían ser los que diagnosticaran y prescribieran medicinas. El problema es que no vivimos en un mundo perfecto. Como ya expliqué en Ayer fui a la farmacia y me quisieron vender flores de Bach, hay médicos que no se comportan como médicos o que no saben suficiente de medicina, también hay farmacias que venden cosas que no han probado su eficacia, y la falta de recursos provocan consultas más saturadas y escasamente personalizadas.
En un mundo tan imperfecto, quizá podemos atajar tales problemas (o al menos minimizarlos) si nos conectamos todos con todos. Es decir, si aprovechamos arquitectural 2.0 como Wikipedia. Obviamente, eso no significa que al menor síntoma busquemos en lugares como forocoches o enfemenino (los reservorios de la cultura del bar). Porque los médicos también podrían participar en la interacción.
Esta interacción 2.0 podría tener un riesgo: estamos desautorizando tácitamente al médico. Pero, como se ha señalado, eso ya ocurre. Al menos podemos mejorar la interacción para que ofrezca mayores garantías, porque tal vez hemos llegado a un punto en que esta autoridad, en un mundo donde todos nos comunicamos con todos, ya no se ha recuperará nunca más. O requerirá de unas nociones de epistemología que probablemente nunca lleguen al público masivo.
Algo más que apoyo emocional
La interacción entre personas, sobre todo si son pacientes aquejados de la misma enfermedad, no solo resulta positivo a nivel emocional, como ya explicamos en las ventajas de los grupos de ayuda.
Como bien descubrió Dan Hoch, neurólogo especializado en epilepsia del Massachussetts General Hospital, al investigar la web de apoyo a afectados de epilepsia llamada BrainTalk Communities, de las 200.000 personas de todo el mundo que interactuaban solo el 30 % de los mensajes de los usuarios tenían relación con el apoyo emocional. El 70 % restante eran para intercambiar información sobre la enfermedad, sobre los tratamientos y los efectos secundarios.
Tal y como expresa el propio Hoch en un fragmento del libro La sociedad del coste marginal cero, de Jeremy Rifkin:
Lo que más le sorprendió a Hoch fue darse cuenta de que “un grupo en la red como el dedicado a la epilepsia de BrainTalk Communities no solo es mucho más “inteligente” que cualquier paciente por sí solo, sino que también es más “inteligente”, o al menos más exhaustivo, que muchos médicos, incluyendo especialistas”. Hoch acababa su artículo con esta descarnada confesión: “Se me había enseñado que los pacientes solo podían ser “empoderados” por sus médicos (…) y ahora tengo muy claro que cada vez hay más pacientes totalmente capaces de empoderarse por su cuenta con o sin el beneplácito de los médicos que los atienden.
Esta clase de interacciones, como sucede en Wikipedia, lleva aparejada una cuota de errores. Pero también los médicos tienen una cuota de errores considerable. Además, la digitalización de los registros médicos permitiría incrementar la eficacia de estas interacciones.
O tal vez podrían constituir un buen complemento al ejercicio profesional de los facultativos, que también podrían participar en tales interacciones como administradores. Y a todo ello se sumaría en innegable apoyo emocional y la interacción larga y profunda que requiere un paciente y que actualmente la sanidad pública no proporciona en la medida necesaria.
Los partidarios de los procomunes médicos nos recuerdan que cuando nació Wikipedia los académicos que la democratización de la investigación especializada pondría en grave peligro el elevado nivel de calidad académica que exige la compilación de una enciclopedia. Pero ha quedado muy claro que aquel temor era injustificado. Los partidarios de la investigación basada en los pacientes no ven por qué no habría de suceder lo mismo con esta metodología si se siguen unos protocolos científicos rigurosos.
¿Qué os parece a vosotros?
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