El proyecto MicroActive (Detección automática de la actividad molecular de las células asociada a una enfermedad) ha desarrollado un microchip, financiado por el Sexto Programa Marco (6PM) de la UE, que eliminará las angustiosas esperas tras someternos a una prueba médica. A veces pueden pasar días, incluso semanas, en los que no podemos evitar preguntarnos si la prueba saldrá positiva o negativa.
Con MicroActive, los médicos podrán diagnosticar el estado de un paciente en la misma consulta.
Muestras de sangre, análisis de cáncer uterino y otras pruebas que requieren largos y complejos procesos (por ejemplo, al analizarse el contenido de proteínas hay que pasar por tratamiento térmico, mezcla con enzimas, centrifugación y concentración de los marcadores de enfermedades, envíos a laboratorios, etc.) quedarán muy reducidas, según el equipo de MicroActive, a este laboratorio completo y “de bolsillo”.
Esta tecnología, fundamentalmente, reduce un proceso que normalmente requiere 20 pasos manuales en un laboratorio tradicional a sólo dos, permitiendo, así, que cualquier persona con una formación básica pueda llevar a cabo el proceso. A diferencia de los diagnósticos basados en el laboratorio, no requiere personal especializado.
El chip lleva grabados varios canales estrechos que contienen productos químicos y enzimas en las proporciones adecuadas para cada análisis. Cuando se sitúa la muestra del paciente en los canales, estos reactivos se mezclan.
Liv Furuberg y Michal Mielnik del grupo SINTEF, con base en Noruega, organismo coordinador de MicroActive:
El chip de salud puede analizar la sangre o las células para ocho tipos de enfermedades. Lo que tienen en común estas enfermedades es que se identifican mediante unos biomarcadores especiales presentes en la muestra de sangre. Estas ‘etiquetas’ pueden ser proteínas que deberían o no estar presentes, fragmentos de ADN (ácido desoxirribonucleico) o enzimas. Este pequeño chip es capaz de ejecutar los mismos procesos que un gran laboratorio y no solo los completa más rápido, sino que los resultados son mucho más fiables. El médico simplemente introduce la tarjeta en una pequeña máquina, añade unas gotas de la muestra tomada al paciente mediante un tubo ubicado en el soporte de la tarjeta y, así, obtiene los resultados.
Los investigadores están colaborando con un hospital que actúa como usuario final para validar la utilidad y la precisión clínica del sistema, así que es posible que pronto se comercialice.
Vía | La Flecha
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