Dentro del pequeño volumen de una sola célula, los reactivos se unen en un espacio confinado a través de eventos de reconocimiento químico altamente evolucionados. La forma en que la naturaleza controla la reactividad química dentro de una célula es lo que cualquier químico orgánico podría soñar: múltiples reacciones que pueden controlarse específicamente en mezclas complejas sin ninguna reactividad cruzada.
Inspirándose en ello, un grupo de investigadores de la Universidad de Roma ha publicado un estudio en Nature en el que se demuestra el uso de anticuerpos para controlar reacciones químicas.
Anticuerpos IgG
El estudio ha demostrado, así, la posibilidad de utilizar biomoléculas bivalentes (es decir, anticuerpos IgG) para inducir la proximidad entre reactivos y así controlar su reactividad química.
Por primera vez, pues, se abre la posibilidad de controlar reacciones con anticuerpos, lo cual permite que se pueda controlar la formación de productos de reacción, y que estos se generen únicamente en presencia de anticuerpos específicos.
Estos productos de reacción pueden ser diseñados para ser moléculas funcionales, con uso terapéutico, por ejemplo.
En este estudio en concreto se demuestra la formación de un agente anticoagulante a través de la reacción inducida por la presencia del anticuerpo específico. Vemos cómo sólo en presencia del anticuerpo en cuestión, el agente anticoagulante se forma y seguidamente inhibe la actividad de la trombina (enzima clave en la coagulación de la sangre).
La estrategia es muy versátil, lo que permite ser aplicada a cualquier tipo de reacción (es decir, generar una gran variedad de productos) y ser diseñada para cualquier tipo de anticuerpo IgG.
Los anticuerpos IgG son biomarcadores notables; son las señales que nos proporcionan indicaciones sobre muchas enfermedades y cómo nuestro sistema inmunológico las contrarresta. La capacidad potencial de los anticuerpos IgG para controlar reacciones químicas permitiría la formación de diferentes moléculas, que van desde la obtención de imágenes hasta los agentes terapéuticos, solo cuando un anticuerpo IgG de diagnóstico específico está presente en nuestro cuerpo. Se pronostica así que esta estrategia podría encontrar aplicaciones en diagnóstico y terapéutica.