La madrugada del 25 de Abril de 1998 se produjo en Aznalcóllar (Sevilla), a 50 km al norte de Parque Nacional de Doñana, la rotura de uno de los muros de contención de la balsa de decantación de estériles, perteneciente a la explotación minera de pirita propiedad de la empresa Boliden Apirsa.
Xataka Ciencia ha viajado hasta allí para ver toda la zona afectada desde Aznalcóllar (a 800 m de la balsa de residuos) hasta la zona de Entremuros (donde se encauzó el Guadiamar y se instaló la depuradora), pasando por Las Doblas y Aznalcázar.
El vertido afectó, según la Junta de Andalucía, a un tramo de 62 km de longitud entre la mina y Entremuros al sur, una anchura de entre 500 y 1.000, y una superficie de 4.634 ha. De ella, 2.616 ha fueron cubiertas por lodos, afectando a varios municipios de la provincia de Sevilla.
La repentina avalancha del vertido sobre los ríos Agrio y Guadiamar provocó su desbordamiento, que anegó las tierras colindantes.
Los metales pesados de los lodos (Cu, Mn, Zn, Cd, Fe, Pb, Ni y Cr) contaminaron suelos y aguas, las cuales sufrieron una brusca bajada de pH, alcanzando valores inferiores a 4, que provocó que la vegetación acuática fuera prácticamente eliminada, dañando gravemente la vegetación forestal y las tierras agrícolas.
Cabe precisar que el Guadiamar entre Aznalcázar y Entremuros, era un curso fluvial de gran valor ecológico tanto por su vegetación como por su fauna y consecuencia del desastre fue la pérdida del Guadiamar como área de alimentación, descanso, refugio y cría de especies tanto piscícolas como de aves, en los años inmediatamente posteriores.
Las primeras medidas de emergencia fueron la construcción de tres presas de contención en la zona de Entremuros, para impedir que el vertido alcanzase el Parque Nacional de Doñana, y el sellado provisional de la grieta de la balsa, al mismo tiempo que se paralizó la actividad minera.
Los lodos retirados se depositaron en la corta de Aznalcóllar y más tarde se realizó un tratamiento de los suelos contaminados mediante procedimientos químicos, para conseguir la inmovilización de los metales pesados que aún quedaban en los mismos.
Las aguas embalsadas en Entremuros pasaron por una planta depuradora donde se sometieron aun tratamiento físico-químico para aumentar su pH y precipitar los metales pesados presentes en ellas, que fueron retirados antes de verter estas aguas al Estuario del Guadalquivir.
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